DIOS ESCUCHA LAS ORACIONES DE LOS QUE SUFREN

Adolfo Miranda Sáenz


Este tema está dividido en tres subtemas. Se puede leer uno a la vez o los tres juntos (mejor)

1
Por qué sufrimos


Tenemos que ser sinceros y reconocer que el sufrimiento humano es un misterio que en esta vida no podemos comprender ni explicar totalmente. Los que creemos en Dios nos preguntamos, ¿por qué Dios lo permite? Pero no tenemos una respuesta total. Sin embargo, gracias a nuestra fe y a la razón, podemos lograr algunas aproximaciones al tema, y entonces encontramos que Dios tiene algo que decirnos por ahora, mientras llegamos a verlo cara a cara. 

Y lo primero que nuestra fe nos enseña es que sufrimos en esta vida por muchísimas cosas, y sobre todo por la muerte; ¡PERO LA MUERTE NO ES EL FIN! Hay otra vida, eterna, feliz, en el Paraíso, en el Cielo, en la plenitud del Reino de Dios. Por lo tanto, todo sufrimiento en esta vida es pasajero, y la felicidad que Dios nos tiene preparada es ¡para siempre! ¡Por toda la eternidad! ESE ES NUESTRO DESTINO. PARA ESO NOS CREÓ. Pero, ¿y mientras tanto?

Si tomas unos minutos de tu tiempo para reflexionar sobre este tema quizá vas a aclarar algunas cosas en tu mente y recibirás un mensaje de amor y paz en tu corazón. Cosas importantes para tu vida. Pero antes que nada tú querrás saber ahora mismo si Jesús tiene una respuesta para tí en este momento en que probablemente algún sufrimiento oprime tu vida o un problema te causa mucha preocupación. Tú necesitas una respuesta... Pues veamos... ¿Qué te dice Dios? Él nos habla en su Santa Palabra, en la Santa Biblia:

Una de las grandes promesas en la Biblia se encuentra en Romanos 8,28: "Para los que aman a Dios, todas las cosas suceden para su bien". A veces pasamos momentos difíciles, duros, y no podemos entender por qué nos está pasando eso, nos preguntamos por qué nuestro Padre querido permite que a sus hijos nos pasen esas cosas, y no entendemos cómo la Palabra de Dios diga que "todo sucede para nuestro bien". Pero, Dios es Dios. Tú no eres Dios. Nosotros no podemos hacer el trabajo de Dios ni pretender entender por qué permite una u otra cosa. Él sabe por qué. Lo que podemos tener por seguro es que está escrito en la Biblia que "el cielo y la tierra pasarán... ¡pero su Palabra no pasará!" Que Dios nuestro Padre y nuestro Señor Jesús ¡jamás nos mienten! Si en su Santa Palabra dice Dios que a quienes lo aman todo lo que les sucede es para su bien... ¡lo creemos! Y por eso tenemos fe en que si hoy tenemos problemas, sufrimientos, dificultades de cualquier tipo, y clamamos al Señor Jesús y a nuestro Padre querido, Dios nos responderá... ¡cuándo y cómo Él quiera! ¡Pero nos responderá! No necesariamente como nosotros quisiéramos... ¡pero nos responderá! Y podemos estar seguros de que todo lo que sucede es para nuestro bien aunque no entendamos cómo.

¿Acaso los niños y los jóvenes comprenden siempre lo que sus padres deciden, permiten o prohíben para su bien? No. Pues nosotros apenas somos como unos niños ante la inmensa sabiduría y designios de Dios nuestro Padre. Así como los niños y jóvenes cuando crecen llegan a comprender a sus padres en las decisiones que tomaron, igualmente nosotros un día podremos, seguramente, entender a Dios, cunado estemos frente a Él "cara a cara" en el Cielo. Pero mientras tanto estemos seguros que por grande que sea nuestra pena Él no nos deja solos y alguna respuesta, alguna solución nos dará. Quizá por ahora solo nos dará el consuelo, la fortaleza... ¡no lo sabemos! Pero Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros siempre. Él tiene un plan para nuestras vidas... lo tiene para tu vida, aunque quizá tú ni sospeches de qué se trate.

A veces pasamos "por valles de tinieblas", pero Él "nos conduce a verdes praderas y a aguas tranquilas", y nos dará el gozo, la paz, la respuesta que necesitamos (Salmo 23). Confiemos en Él. Dejemos que su Santo Espíritu nos guíe y nos de fuerzas, nos conforte y nos aliente, nos consuele y nos sostenga. "No temeré mal alguno porque su vara y su cayado me protegen" dice el salmista. Así es: ¡No tengamos miedo! No nos desanimemos ni deprimamos.

Somos hijos del Dios Todopoderoso. Para nuestro Papá (nuestro "Abá" como nos enseña llamarlo San Pablo, en hebreo) no hay nada imposible. Somos hermanos de Jesucristo, el Rey del Universo, por lo tanto somos príncipes. ¡Pues actuemos como príncipes! Levantemos erguidas nuestras cabezas y busquemos con la luz del Espíritu Santo posibles soluciones... ¡ya llegarán! ¡Seguro que llegarán! Pero no nos desesperemos ni impacientemos. Los tiempos y los modos de Dios no son los nuestros. Él sabrá por qué, cómo y cuando... ¡PERO TODO SUCEDE PARA NUESTRO BIEN! (Lo que también podemos interpretar que sucede para el bien de otras personas cercanas a quienes amamos). Oremos sin cesar confiando en que el poder de la oración es grande, porque orar es hablar directamente con nuestro Padre amoroso.

¡Ánimo! Tú no estás solo. Muchos somos los que compartimos sufrimientos diferentes en esta vida y oramos unos por otros, pero sobre todo somos hijos del mismo Padre, somos hijos de Dios y amamos a Dios, y hay una promesa en Su Palabra para nosotros, una promesa hecha ni más ni menos que por el mismo Señor Jesús: "Pidan y Dios les dará, busquen y encontrarán, llamen a la puerta y se les abrirá, porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama a la puerta se le abre" (Mateo 7.7 y 8). ¡Tengamos fé! 


2
Cómo el ser humano perdió "el paraíso"

Dios creó al hombre (varón y mujer, o sea al ser humano) en un estado de total felicidad para una vida eterna sin sufrimiento alguno. Pero lo creó con capacidad de razonar y libertad de elegir. Él -en cambio- creó a los animales como seres que no deciden nada. Solo actúan por instinto. Nosotros, como su mejor obra, fuimos dotados de razón y de libertad. Si no, seríamos animalitos y no humanos. Dios nos hizo “humanos”. ¿Tú no quisieras ser humano? ¿Preferirías ser un monito o una lagartija? ¡Seguro que no! Entonces tienes que vivir con tu razón y con tu libertad. Y con las consecuencias de usar mal ambas, lo cual es posible porque RAZONAS Y ERES LIBRE DE DECIDIR; de lo contrario serías otra cosa, no un ser humano. Dios nos pudo haber hecho "otra cosa" pero decidió hacernos humanos... aunque sabía que íbamos a elegir muchas veces el mal.

Los primeros hombres (representados en la historieta que se usa en La Biblia por Adán y Eva), haciendo uso de su libertad rechazaron el plan de Dios y trajeron para ellos y su descendencia la muerte, la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y la posibilidad de no vivir felices eternamente. El pecado original fue la decisión de hacer las cosas según al ser humano le plazca y no obedeciendo la ley que para nuestro bien Dios escribe en cada corazón. Desobedecemos esa "ley natural" con la que todos venimos al mundo y que todos quebrantamos haciendo el mal y no el bien según la voluntad de Dios (Romanos 2.12-16). Después de ese pecado original, el hombre ha seguido pecando siempre a lo largo de toda la historia humana. Son ofensas del HOMBRE contra DIOS.  Esos pecados nos impiden tener la relación perfecta que Dios siempre, desde la eternidad, ha querido tener con nosotros.  Vivimos en el pecado por hacer mal uso de la libertad de escoger entre el bien y el mal. Muchas veces -sin duda- escogemos el bien, pero ¿acaso hay alguien que pueda decir que nunca escoge deliberadamente hacer el mal? La Biblia nos dice que "todos hemos pecado".

Antes de lanzar toda la culpa de nuestras penas a Adán y Eva, recordemos que no hay un solo ser humano que no haya hecho lo mismo, de una u otra forma. Todos actuamos así. De tal manera que nosotros mismos, cada cual, hace lo incorrecto, lo mismo que Adán y Eva, y trae penas a su propia vida y a la vida de otros, y así contribuye a que el mundo siga por caminos que no siempre son buenos y que muchas veces tanto dolor causan a la humanidad.


3
Cómo Dios planeó que recuperáramos "el paraíso"

¿Sabía Dios que no siempre íbamos a hacer buen uso de los dones que nos dio: razón y libertad? ¿Sabía Dios que eso nos traería sufrimiento? Sí. Lo sabía. El es Dios y todo lo sabe. Por eso -digámoslo así- tenía dos opciones: o nos creaba como seres con razón y libertad, o sea que nos creaba como SERES HUMANOS, o no lo hacía. Si hubiera decidido no crearnos con las características propias de los humanos para que no pecáramos y no sufriéramos nunca, SIMPLEMENTE NO EXISTIRIAMOS. Pero Él nos ama desde antes de crearnos y a pesar de que sabía que la humanidad iba a sufrir decidió crearnos porque también sabía que podíamos salvarnos y SER FELICES TODA LA ETERNIDAD, porque desde entonces ya tenía preparado un plan para salvarnos de nuestras malas decisiones. 


Además, sabía que a pesar de nuestros errores esta vida no sería totalmente desdichada pues nos dio infinitas bellezas, regalos maravillosos que hacen del mundo un lugar precioso; nos dio el amor que nos colma de felicidad de muchas maneras. Existe el mal pero también el bien. Existe el egoísmo pero también la bondad y la generosidad. Existe lo feo pero también lo bello de este mundo y de esta vida. El beso tierno de un niño, la mirada limpia de una madre, el gesto sincero de un amigo, la ternura y la pasión entre esposos, el sol radiante, el perfume de las flores, el azul del firmamento, las estrellas de la noche, el azul del mar, el aire limpio de las montañas... la música, la poesía, el arte en todo su esplendor... los éxitos, las metas logradas...  y sobre todo el amor en todas sus expresiones... ¡existe la felicidad!

Pensemos que todo papá y toda mamá que desean traer un hijo a este mundo saben bien que en este mundo se sufre. Nadie se escapa de sufrir alguna o varias veces. Los papás lo saben. ¿Por eso dejan de tener hijos? ¡No! ¡Traen sus hijos al mundo aunque saben que como todos, sus hijos estarán más de una vez sometidos al sufrimiento! Saben, incluso, que desde que nazcan irá contando la cuenta regresiva de su muerte que nadie sabe cuándo será... y que tendrán enfermedades... Entonces, ¿por qué los tienen? ¿Es que acaso no los aman? ¡Claro que todo padre y toda madre se supone que aman a sus hijos! Con mayor razón Dios nuestro Padre querido que conoce el regalo maravilloso que nos tiene preparado a cada uno: LA FELICIDAD ETERNA, y mientras tanto un MUNDO LINDO, UNA VIDA LINDA ¡a pesar de todo!

El preparó para nosotros UN PLAN DE SALVACION, para que al final de la historia de cada uno PUDIERAMOS SER FELICES PARA SIEMPRE aunque no lo mereciéramos. Dios no quiere que NINGUNO de sus hijos tenga cerrada la opción a la felicidad para la cual nos creó.

Sin embargo, hemos "roto" con Dios gracias al pecado, y aunque Dios es amor y perdón, es también un Dios de justicia. No es posible dejar sin reparar las ofensas de la desobediencia a Dios y recibir la vida eterna de dicha plena como si la mereciéramos. Para reparar las ofensas hechas por cada uno de nosotros, por cada HOMBRE (varón y mujer) contra DIOS, se necesita un acto de justicia, un acto de reparación que ofreciera un HOMBRE por todos los demás de su misma especie, y que además tuviera un VALOR DIVINO.  Pero nada que hiciera un HOMBRE podía tener un VALOR DIVINO. El único que podría hacerlo sería un HOMBRE que a la vez fuera DIVINO, o sea DIOS.  Un HOMBRE verdadero que al mismo tiempo fuera DIOS verdadero. El amor de Dios es tan inmenso que se rebajó para hacerse hombre y sufrir el sacrificio de la Cruz y así pagar Él nuestras deudas, nuestros pecados, y devolvernos a todos la posibilidad de recuperar el "Paraíso Perdido" que no es más que el estado de total y absoluta felicidad, el Reino de Dios o el Cielo para TODA LA ETERNIDAD. 


Esa es la redención que nos da Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, que se aplica tanto a los que vivieron antes de su muerte como a los que murieron y moriremos después de su muerte y de su resurrección victoriosa.  Pero se aplica solamente si nosotros libremente aceptamos esa SALVACION que Jesús nos ofrece. Si lo hacemos, Dios nos dará la felicidad eterna. El no puede OBLIGARNOS a nada, pues se contradeciría a sí mismo que nos creó con LIBERTAD. Nosotros tenemos que ELEGIR aceptar o rechazar la salvación que nos ofrece Jesús y que conquistó para nosotros con su propia sangre, con dolor, con sufrimiento. Hacer nuestro el sacrificio que Él hizo para pagar por nuestros pecados.

Sin embargo, aunque aceptemos la salvación de Jesucristo, en este mundo siempre vamos a sufrir las consecuencias del pecado. De los pecados propios y de los pecados de otros que también nos afectan.


4
La verdadera felicidad

Otro punto para reflexionar es la confusión que a veces tenemos entre felicidad y riqueza, felicidad y poder, felicidad y fama, etc. A veces reclamamos a Dios por estas cosas. Reclamamos que a unos les de mucho dinero, poder, fama... y a otros no. No es Dios quien da a unos poder y dinero y a otros miseria.  Son las condiciones creadas por los mismos hombres.  Es una situación que se ha dado desde el pecado original hasta ahora. Caín sigue matando a Abel todos los días. Dice San Pablo en La Biblia que la Creación entera "gime con dolores de parto" esperando la salvación. Y Dios permite todo este caos porque nos creó con capacidad de decidir con libertad y al escoger libremente hacer el mal  la humanidad ha producido muchos trastornos consecuencia del pecado.  
   
Pero Dios nos ofrece por su muerte en la Cruz una felicidad eterna en Su Reino, donde seremos la familia del Rey del Universo, disfrutando de la gloria junto a Dios. Aunque ya,  desde ahora mismo, nos ofrece una inmensa dosis de felicidad, de paz, de gozo, si aceptamos su redención para nosotros, su perdón, y tratamos de vivir conforme a sus mandamientos, sobre todo según el mandamiento del Amor: "Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo". Si. Él nos ofrece felicidad desde esta vida. No nos la ofrece tal como el hombre a veces concibe la felicidad en este mundo: dinero, poder, salud, ausencia de problemas, etc.


¿Quién dice que los que tienen más poder y dinero son realmente más felices? NO ES CIERTO. NO ES ASÍ. LA EXPERIENCIA NO MUESTRA ESO. ¿Sabías tú que hay países donde la gente tiene el mejor nivel de vida del mundo, sin desempleo, sin deudas, con atención a la salud garantizada y de primera calidad, con grandes casas propias y buenos vehículos -hasta tres o cuatro por familia-, con educación universitaria totalmente gratuita, con jugosas pensiones de retiro, etc...? Son países muy ricos y de altísimo nivel de vida. ¿Entonces por qué en esos países se da un alto índice de suicidios? No se necesita ser muy inteligente para entender que todas esas cosas NO DAN LA VERDADERA FELICIDAD. Si esas personas fueran muy felices... ¿se suicidarían tantas?


Tampoco el éxito o la fama dan la felicidad. Bastaría preguntarles a los artistas de cine, a los grandes industriales, a las “estrellas” de este planeta si son felices. Tienen mucho dinero, belleza, poder... ¡pero no son felices! Si lo fueran... ¿por qué se drogan, por qué se divorcian tantas veces, por qué se matan...?

Ciertamente Dios hace milagros según su soberana voluntad para demostrar su poder y ayudarnos a mantener viva la fe. Y debemos orar pidiendo a Dios por nuestras necesidades y para interceder por otros. Ciertamente Él escucha todas nuestras oraciones… pero no siempre va a respondernos como nosotros queremos. Su plan para nosotros no siempre coincide con "nuestros planes".  Pero, seguro que su plan es mejor. Aunque nuestro plan nos parezca lindo, no será siempre lo más conveniente. ¡Nosotros no somos más sabios que Dios!

Los que tenemos fe sufrimos -como todos- pero con esperanza, que es lo contrario de desesperación, y si Dios no siempre nos hace el milagro que le pedimos, en cambio nos da siempre fortaleza y paz para seguir adelante.  Él nunca va a permitir que tengamos un sufrimiento tan grande que no podamos soportarlo; siempre acudirá en nuestra ayuda. Y si se nos cierra una puerta Él siempre abrirá una ventana. Nunca nos va a dejar sin salida.

Hemos de reconocer con humildad que no siempre podemos encontrar respuestas claras al misterio del sufrimiento humano. Podemos responder a grandes rasgos LA GRAN PREGUNTA, pero siempre quedarán interrogantes que en esta vida no podremos aclarar. Un día le podremos preguntar sobre nuestras interrogantes "cara a cara" a Dios.
  
La mayor SOBERBIA humana es creernos capaces de que con nuestro pequeño cerebro podemos tener siempre explicaciones claras de por qué sucede esto o aquello.  Hay cosas que no podemos COMPRENDER ahora.  Hay cosas que escapan a nuestra lógica. Debemos ser HUMILDES y saber que nuestra condición humana es MUY LIMITADA. Miremos en la noche las estrellas EN EL INMENSO FIRMAMENTO y meditemos en que ni siquiera sabemos qué hay en la estrella más cercana  después del sol, de entre billones y billones de estrellas, y a veces pretendemos saber todo sobre Dios, creador de un universo que ni siquiera hemos podido ver en una mínima parte con los más poderosos telescopios y ni siquiera sospechamos cuánto mide.

San Pablo nos dice que hoy apenas "vemos las cosas como en un espejo" (en un espejo turbio de aquella época de San Pablo, de metal pulido) y hasta después de la muerte, al VER A DIOS "CARA A CARA" vamos a entender muchas cosas.

Pero Dios no ha querido dejarnos en la ignorancia sobre Él, y se nos ha revelado en la persona de Jesucristo. Cristo que nos predicó su Evangelio (la Buena Noticia) se nos manifestó encarnándose en la virgen María y naciendo como cualquiera de nosotros.  Él está ahora presente en la Palabra inspirada por Dios: La Biblia ("El Señor dijo... escribe esto...")  Está presente en la Sagrada Eucaristía (“Tomen y coman... Esto es mí cuerpo... Esto es mi sangre... Háganlo siempre en memoria mía.”)  Está presente en Su Iglesia ("Donde dos o tres se reúnan en mi nombre, yo estaré en medio de ellos".)  Está presente en el prójimo ("Lo que hagan a uno de éstos... a mí me lo hacen").  Jesús, todo amor y ternura, no está lejos... ¡está cerca de ti! Déjate abrazar por Él. Déjate consolar por Él. Pon tu dolor, tus sufrimientos, tus problemas, tus preocupaciones, tu vida entera en sus manos. Junto a Cristo levanta tus manos al Padre, con confianza... ¡Es tu Papá, tu Abá! Él está aquí para escucharte y darte LO MEJOR PARA TI. Sobre todo la serenidad, el gozo y la paz aún en medio de las tormentas.

A veces renegamos de Dios porque creímos que la Religión (relación del hombre con Dios) era como una especie de "magia" en la cual hacíamos cosas para agradarlo, a cambio de que Dios nos concediera lo que queríamos conseguir.  Es decir, una religiosidad "comercial" de "yo te doy para que me des".  Y no es así... La Religión no es magia ni trueque. Es mas bien una relación de amor entre un hijo y su Papá. 


Jesús te espera con sus brazos abiertos y lleno de amor por ti... El tiene MUCHA FELICIDAD PARA DARTE.  Lo DESEA TANTO que ¡hasta murió en la cruz por eso!

La EXPERIENCIA de las personas que buscan a Dios con sinceridad es que ENCUENTRAN LA FELICIDAD DESDE ESTA VIDA... aún en medio de los problemas y del sufrimiento. La “lógica humana” no puede entender cómo, PERO ES VERDAD. ¡Vale la pena probarlo! El Libro de los Salmos dice: "Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor". Y en el Sermón de la Montaña Jesús dijo: "Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura".