Cambiar al gobierno por la fuerza no es posible. ¿Qué hacer? Lo sensato para resolver todo conflicto es dialogar. Pero debemos preguntarnos: ¿Bajo qué condiciones? ¿Buscando qué resultados? ¿Quiénes lo deben hacer?
Adolfo Miranda Sáenz
Entre 1977 y 1990 en Nicaragua tuvimos la insurrección
sandinista para derrocar a Somoza y después la guerra de la resistencia contra
los sandinistas. Fueron 65 mil muertos (25 mil combatientes y 40 mil civiles) y
150 mil heridos y mutilados. Esas guerras, la falta de libre empresa y la
política económica centralizada causaron el mayor empobrecimiento de nuestra
historia. Nuestro país quebró con 36.000% de inflación. La escasez fue grande,
casi no habían alimentos ni medicinas. Muchos se fueron del país con su dinero
y otros se fueron con grandes sacrificios, huyendo de la difícil situación. ¿Querrá
alguien que esto vuelva a suceder? ¡Creo que la inmensa mayoría no!
Los gobiernos de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán
y Enrique Bolaños, con todas las críticas que puedan hacérseles, facilitaron
que Nicaragua pudiera vivir en paz y progresara. Cuando los sandinistas regresaron
al gobierno, aunque retrocedimos en institucionalidad, tuvimos paz y continuamos progresando gracias al diálogo para concertar la
política económica entre el gobierno y la empresa privada. A pesar de que algunos
critican a los empresarios por dialogar
con el gobierno, la realidad es que aquellos acuerdos, sumados a la estabilidad
económica heredada de los gobiernos anteriores, beneficiaron al país y por
consiguiente al pueblo. A partir de abril del 2018 pasó lo que pasó y el país
retrocedió política y económicamente, lo cual lo empeoró la pandemia.
No hacer nada por el bien de nuestro país no es una opción válida. Solo queda la opción de procurar cambios mediante el diálogo. Lo sensato para resolver todo conflicto es dialogar, pero debemos preguntarnos: ¿Bajo qué condiciones? ¿Buscando qué resultados? ¿Quiénes lo deben hacer? En primer lugar, debe haber un ambiente propicio y de tranquilidad para un diálogo, y para eso primero el gobierno debe crear confianza con señales positivas y claras, como liberar a los detenidos y cesar todo hostigamiento a los opositores.
Sabemos que no será un diálogo para pedirle la renuncia al gobierno, sino para crear mejores condiciones para convivir en paz y mejorar en diferentes aspectos sobre derechos humanos, libertad de prensa, libertades políticas, democracia, etc. También para concertar la política económica y unir esfuerzos contra el desempleo y la pobreza. Hay temas políticos y económicos. La pregunta es, ¿con quién debería dialogar el gobierno los temas políticos? En una situación normal sería con los partidos, pero los reconocidos por el gobierno no tienen credibilidad ni representatividad, y los otros inicialmente estarían dispersos y desarticulados.
La representatividad de la empresa privada para los temas económicos claramente la tiene el COSEP, pero si consideramos que para una economía sana es necesario gozar de un adecuado nivel mínimo de estabilidad política, creo que en un primer diálogo tocará al COSEP abordar también los temas institucionales, para lo cual deberán tener comunicación con dirigentes y grupos políticos. Para poder hacerlo son imprescindibles las condiciones antes citadas, como es la previa liberación de los detenidos y cesar todo hostigamiento.
En un clima de distensión se puede obtener la tranquilidad
necesaria que permita dialogar para lograr avances sobre derechos humanos, democracia y lucha contra la pobreza, y sobre todo para convivir en paz.
Artículo publicado en el Diario La Prensa y transmitido en Radio Corporación (Managua)