20210609

Papa Francisco: Unidad no es uniformidad

El "Papa de la Primavera" nos ha dicho en Pentecostés que el Espíritu Santo no nos moldea a todos iguales, sino que nos constituye como Iglesia en la multiforme variedad de carismas, en una unidad que no es nunca uniformidad. 

Adolfo Miranda Sáenz



 El Papa Francisco, nos ha dicho en Pentecostés que el Espíritu Santo no nos moldea a todos iguales, sino que nos constituye como Iglesia en la multiforme variedad de carismas, en una unidad que no es nunca uniformidad. Si escuchamos al Espíritu, dice, no nos centraremos en conservadores y progresistas, tradicionalistas e innovadores, derecha e izquierda. Cuando estos son los criterios, quiere decir que en la Iglesia se olvida al Espíritu que es  germen de unidad en la diversidad. No haremos nada bueno con nuestras propias fuerzas y criterios. Si ponemos en primer lugar nuestros proyectos, nuestras estructuras y nuestros planes caeremos en el horizontalismo y no daremos fruto. Los mismos apóstoles eran muy distintos, recordó el Papa. Había ideas políticas opuestas, visiones del mundo muy diferentes. Pero cuando recibieron el Espíritu aprendieron a no dar prioridad a sus puntos de vista humanos, sino al todo de Dios. El Espíritu impulsa la unidad, la concordia, la armonía en la diversidad.
 
El Papa de la Primavera —como algunos han empezado a llamarle por la fresca renovación que impulsa— nos pide no considerar a la Iglesia simplemente como una organización humana, a pesar de estar integrada por personas humanas, sino como Templo del Espíritu Santo, pues esa es la clave para vivir conforme los dictados de Dios. Al recordar y celebrar la Venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y los primeros discípulos reunidos junto a la Santísima Virgen María en Pentecostés, el Santo Padre nos exhorta a poner a Dios antes que a nuestro yo. Sólo si nos vaciamos de nosotros mismos dejamos espacio al Señor; sólo si nos abandonamos en Él nos encontramos a nosotros mismos; sólo como pobres de espíritu seremos ricos de Espíritu Santo.
 
Es tiempo de llevar la alegría de Jesús Resucitado, no de quedarnos lamentándonos por el drama de la secularización. Es tiempo de consolación, del gozoso anuncio del Evangelio subrayando el amor y la misericordia. Es tiempo de testimoniar misericordia más que de inculcar reglas y normas. Es tiempo de derramar amor sobre el mundo, sin amoldarse a la mundanidad, nos enseña Francisco.
 
El Papa destaca al Espíritu Santo como consolador, porque todos, especialmente en los tiempos difíciles, necesitamos consolación. El mundo ofrece alivio momentáneo pero no cura, mientras el Espíritu entra hasta el fondo del alma. Es la ternura de Dios que no nos deja solos, porque al estar con quien está solo, ya es consolarlo. El Espíritu Santo quiere levantar nuestro espíritu pese al miedo y la tentación del desaliento, que ya vivieron los mismísimos apóstoles. Dice el Papa Francisco que los años pasados con Jesús no habían cambiado mucho a los discípulos, pero cuando recibieron el Espíritu Santo todo cambió. Sus defectos y problemas siguieron siendo los mismos, pero ya no les temían, ni temían a quienes les querían hacer daño. Los que antes estaban atemorizados, ahora sólo temen no dar testimonio del amor recibido. Nosotros también debemos dar testimonio en el Espíritu Santo, ser consoladores y animadores haciéndonos próximos con la oración y la cercanía.
 
El Papa de la Primavera nos ha dado este mensaje justo cuando impulsa la sinodalidad. “Sínodo” significa “caminar juntos”. Nos recuerda que la Iglesia somos todos los bautizados porque todos recibimos el mismo Espíritu al bautizarnos. Por eso dispuso  —antes de celebrar el próximo Sínodo de Obispos—, consultarle a todo el Pueblo de Dios, no solo al clero y a los religiosos consagrados, no solo a una élite, dice el Papa, sino también a los laicos, a los comprometidos y a los no tan comprometidos, en cada diócesis, sin exclusiones de personas ni temas, para tomar en cuenta todas las opiniones; culminando en el Sínodo que dará pautas para el futuro de la Iglesia en el mundo, guiados por nuestros pastores y maestros con la luz del Espíritu Santo.