Es una ley universal que en este mundo nada es permanente. Todo cambia, se termina, se disuelve o se transforma, de una u otra manera, pero no permanecerá igual para siempre.
Adolfo Miranda Sáenz
Todos alguna vez hemos vivido situaciones difíciles
en lo personal, familiar, afectivo, económico, de salud o social. Situaciones tan
malas que sentimos que se esfuma toda esperanza, que todas las puertas se nos han
cerrado, que todo está perdido. Nos sentimos impotentes y desalentados.
Algunos, incluso, pudiéramos llegar a pensar
que Dios nos ha abandonado. Es una reacción
humana comprensible. En tales momentos es bueno recordar que Jesús nos dice:
“En el mundo tendrán aflicciones, pero no teman: ¡Yo he vencido al mundo!” (Juan
16,33).
Además, nuestra reacción pesimista, aunque humana, debería ser sólo una
reacción transitoria, no permanente. Porque, precisamente, la situación negativa
que enfrentemos, sea la que fuese, nunca puede ser permanente. Es una ley
universal que en este mundo nada es permanente. Todo cambia. Personas, animales,
cosas, situaciones. Todo cambia, se termina, se disuelve o se transforma, de
una u otra manera. No permanecerá igual para siempre. Solo Dios es el único eterno e inmutable. Dios es para siempre y no cambia, ni Él ni sus designios: “El proyecto del Señor subsiste siempre, sus planes prosiguen a lo largo de los siglos” (Salmos 33,11).
Puede que tener presente esta ley universal de lo
efímero que es todo, no resuelva nuestra situación de inmediato. Aunque sepamos
que lo que nos agobia cambiará, no siempre podemos saber con certeza cuándo ni
cómo. Pero es importante saber que indudablemente cambiará, para poder pensar
en el “cuándo” y en el “cómo”.
Nelson Mandela luchó toda su vida contra la injusticia
social y el apartheid en Sudáfrica. Permaneció más de 27 años encarcelado. Tras
salir de prisión condujo a Sudáfrica hacia la democracia convirtiéndose en
presidente de su país. Recibió el Premio Nobel de la Paz. Nelson Mandela no se
desesperó en la cárcel porque sabía que nada es para siempre. Seguramente le
preocupaba el “cuándo” y el “cómo”, pero en lugar de desalentarse repetía esta
frase: "Todo parece imposible hasta que se hace”. Y desde su prisión fue
un símbolo que inspiró a su pueblo hasta lograr el triunfo. El “cómo”, para Mandela
siempre fue claro: “luchar incansablemente sin violencia”, lo cual aprendió de Mahatma
Gandhi, con lo que logró Gandhi la independencia de la India. Gandhi nos dejó
otra frase de esperanza: “Cuando hay una tormenta los pajaritos se esconden, las
águilas vuelan más alto”.
No siempre el “cuándo” serán los 27 años de
prisión de Mandela. Numerosas
veces las
cosas se resuelven mucho antes de lo que pensábamos, sorprendentemente, y solo
Dios sabe cómo. O quizá sí sean los 27 años de Mandela, pero ya hayan pasado
los 26 años anteriores. ¿Quién sabe? Mandela decía: "Que tus opciones reflejen tus
esperanzas, no tus miedos".
Hay situaciones que consideramos tan difíciles de
enfrentar que nos parece que ya no hay nada más que hacer. Pero especialmente
los cristianos tenemos que poner nuestra confianza en Dios. Leemos en la
Sagrada Biblia el relato del apóstol Pablo cuando iba hacia Roma en un barco y
pensó que se ahogarían todos por la tempestad; San Pablo nos relata: “Por
muchos días no se dejaron ver ni el sol ni las estrellas, y con la gran
tempestad que nos azotaba habíamos perdido toda esperanza de salvarnos”. Habían
perdido toda esperanza… ¡Pero Pablo confiaba en Dios, recuperó la esperanza y se
salvaron! (Hechos 27,13-38).
Frecuentemente vemos nuestros problemas solo con
los ojos de la carne, y por eso nos parece que no hay solución, que no hay
esperanza; pero en realidad no es así. Cuando nos sentimos desesperados, cuando
todo parece perdido, tenemos que ver con los ojos del Espíritu
Santo que mora en nosotros y recurrir a la
Palabra de Dios. En ella el mismo apóstol Pablo nos dice: “Ante esto, ¿qué
diremos? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8,31). El
profeta Nahúm profetizó: “El Señor es bueno; es un refugio en horas de angustia;
protege a los que en Él confían” (Nahúm 1,7). La Biblia también nos dice: “Para
Dios no hay nada imposible” (Lucas 1,37). ¡Ánimo! Pongamos nuestra fe y
esperanza en Él.