Una lógica preocupación por las consecuencias trágicas que tendría para el pueblo, especialmente para los más pobres.
Adolfo Miranda Sáenz
La semana pasada expresé mi preocupación por la
posibilidad de que Nicaragua fuera excluida del libre comercio con Estados Unidos
y la Unión Europea, considerando que esas sanciones no afectarían tanto al
gobierno como al país. Una lógica preocupación por las consecuencias trágicas
que tendría para el pueblo, especialmente para los más pobres. He leído varios
comentarios contradiciendo mi artículo y me parece que algunos se expresaron
sin leerlo completo o lo leyeron muy a la ligera; otros no comprendieron lo
dicho o talvez yo no supe expresarlo.
Dos tratados de libre comercio facilitan que se
exporte a Estados Unidos y a Europa la mayor parte de nuestra producción sin
pago de aranceles aduaneros. Si Nicaragua fuera excluida de esos convenios y
sus productos tuvieran que pagar todos los aranceles, esos productos subirían de
precio y los importadores de Estados Unidos y Europa los sustituirían por
productos de otros países. Si los productores asumieran el costo de los aranceles,
la producción dejaría de ser rentable. En cualquier caso Nicaragua dejaría de
producir y exportar café, carne, azúcar, maní y otros productos. ¡La gran
mayoría de nuestras exportaciones! También, independientemente del tema de los aranceles
podrían simplemente suprimir las cuotas asignadas a Nicaragua y dárselas a
otros países.
Algunos han dicho que los productores y empresarios
tienen mucho dinero y que no importa que paguen las consecuencias. Pero no
serían los productores y empresarios privados, que son la principal fuente de empleos, los que
sufrirían las peores consecuencias. Para que un ganadero exporte carne debe
criar al ternero, cuidarlo, alimentarlo, y cuando ya está listo debe enviarlo a
un matadero; la carne debe ser seleccionada, empacada, refrigerada y transportada.
En ese proceso los ganaderos dan trabajo a miles de trabajadores del campo,
empleados de los mataderos, conductores de furgones, empleados de los establecimientos
que venden suministros para el ganado, abono para los potreros, insecticidas, monturas,
botas, machetes, etc. Es una cadena de empresas que dependen unas de otras, con
miles de trabajadores.
Lo mismo podemos decir de la producción de café,
azúcar y demás productos. Si se cierra esa fuente de trabajo millones de empleados
quedarían desempleados; los que trabajan en las fincas, en los cortes y las
zafras, y también los que laboran en diferentes actividades vinculadas, en tiendas,
oficinas, en tantos negocios que cerrarían. ¿No preocupa que esas personas no puedan
comprar la comida para sus hijos? ¿No preocupa que miles de mujeres que se ganan
el pan de cada día en las zonas francas se vayan al desempleo? Los millones de
desempleados, sin dinero, no podrían comprar muchas cosas y cerrarían desde grandes
establecimientos hasta pequeñas pulperías. Se pararían las construcciones
quedando sin trabajo millares de obreros, más los que trabajan en suministros
para construcción.
Además, no ingresarían divisas para pagar
importaciones. Muchos vendedores dejarían de vender y habría escasez de bienes
que necesitamos, incluso medicinas. ¿Acaso no debería preocuparnos —aparte del
inmenso desempleo— que los enfermos
mueran por falta de medicinas? Morirían muchos niños, enfermos crónicos como
diabéticos o cardíacos, o cualquier joven o adulto con alguna enfermedad, sin
mencionar las muertes por desnutrición o por asaltos debido al aumento de la
delincuencia.
No serían los empresarios ricos los más
perjudicados. Ellos tendrán, probablemente, recursos para subsistir aquí o en
otro país. Pero hay medianos y pequeños empresarios que sufrirían; los pequeños
finqueros, los productores de hamacas, artesanos, dueños de pequeños negocios,
mercaderas, los del comercio informal. Sumemos eso y tendremos millones de desempleados.
Todos los que vivimos aquí seríamos afectados, principalmente los pobres. No creo
que con esas sanciones de excluir al país del libre comercio se lograría algún
cambio político, solo se crearía una crisis humanitaria. ¿Acaso no debería
preocuparnos a todos? Por mis principios cristianos, liberales y democráticos
soy opositor, pero creo que Nicaragua ya sufre demasiado.