20240324

La virtud de la prudencia

 Una de las "cuatro virtudes cardinales" es la prudencia. No debemos confundir prudencia con cobardía ni valentía con temeridad. La Biblia enseña que la prudencia es un don de Dios.

Adolfo Miranda Sáenz


La prudencia es la virtud de actuar de modo correcto, pero con la debida precaución.  Es la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro y veraz, pero cauteloso y adecuado a las circunstancias, así como actuar respetando los sentimientos, la vida, la seguridad, la paz y demás derechos de todas las personas. 

Prudencia es actuar con precaución para evitar posibles daños innecesarios o inútiles, tanto para sí mismo como para los demás: para su familia, para las personas del entorno social en que cada cual vive, para su centro de estudio o de trabajo, para su comunidad. social, para su Iglesia, para su país, para el medio ambiente y para el mundo en general, según el lugar que cada cual ocupa en la vida y las responsabilidades que tenga.

La fe cristiana enseña que la prudencia ilumina la razón de cada persona para saber discernir el verdadero bien en cada momento y circunstancia, y a elegir los medios adecuados para realizarlo. Es, junto a la justicia, la fortaleza y la moderación, una de las “cuatro virtudes cardinales”. Es la guía para ejercer las demás virtudes, indicándoles su adecuada medida. 

 

El gran teólogo Santo Tomás de Aquino dice que la prudencia no debe confundirse con la doblez o el temor, la disimulación o la timidez. Gracias a la virtud de la prudencia las personas pueden aplicar los principios morales en cada caso sin incurrir en errores. Una persona prudente sabe actuar teniendo muy claro cual es el bien que pueda hacerse en cada momento y circunstancia, y el mal que debe evitarse.

 

La prudencia es una actitud de sensatez, cautela y buen juicio que debe anteceder a toda decisión y acción, para poder evaluar correctamente los riesgos y elegir la mejor de las opciones disponibles. A las personas que tienen este tipo de conducta se les llama prudentes, ya quienes demuestran todo lo contrario, o sea, a quienes actúan sin pensar en las consecuencias, se les llama imprudentes. También se les considera irresponsables y temerarios.

 

La palabra prudencia proviene del latín, formada por dos términos: “pro” (que significa “antes”) y “videntia” (que significa “visión”). O sea, “ver antes, prever o prevenir”. De manera que la prudencia consiste en la capacidad de contemplar de manera anticipada las posibles consecuencias de las acciones usando el razonamiento.

 

Actuar con prudencia es actuar con sabiduría. Las personas prudentes evalúan los peligros y las consecuencias antes de actuar, y por lo tanto pueden evitar los riesgos innecesarios. Algunos sinónimos de “prudencia” son: cautela, cuidado, sensatez y reflexión. Lo contrario a prudencia es imprudencia, irresponsabilidad, insensatez, irreflexión y temeridad.

 

La prudencia es considerada la primera de las “virtudes cardinales”, junto con la moderación, la fortaleza y la justicia; es decir, que estas son las cuatro virtudes fundamentales; las conductas ideales para todo cristiano. La prudencia nos permite discernir sobre el bien ante cada circunstancia, para poder elegir los medios adecuados para actuar, algo fundamental para tener una vida virtuosa.

 

En la Biblia, la prudencia se le atribuye antes que a nadie al propio Dios. Dice el Libro de Proverbios: “Yahvéh es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia”. “Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia; Yo he inventado la ciencia de la reflexión. Míos son el consejo y la habilidad, mía la inteligencia, mía la fuerza”. Por eso, podemos afirmar que es Dios quien capacita al ser humano con la prudencia para guiar sus decisiones. Es un don que recibimops de Dios.

 

A veces se comete el grave error de confundir la prudencia con el temor o la cobardía, y la imprudencia con la valentía. El valor, cuando lo acompaña la imprudencia, se convierte en temeridad. La temeridad es un gravísimo error, es un alto grado de imprudencia que conduce a cometer actos o acciones de manera irreflexiva, a veces motivados por impulsos o emociones, sin medir las posibles consecuencias, que suelen ser trágicas o dañinas, causando más daño que bien. .

 

Sepamos practicar la virtud de la prudencia y cuidémonos de quienes, con temeridad, sin reflexionar debidamente, hacen daño con acciones imprudentes insensatas.