Desde niños hemos escuchado las frases: "¡Los hombres no lloran!" o "¡Los hombres no deben llorar!" Este bonito y corto relato trata de contribuir en la destrucción de ese mito que tanto daño causa a la sociedad.
Adolfo Miranda Sáenz
- Papá, ¿me prometes que no te enojarás si te digo algo?
- ¿Qué es?
- No, primero me tienes
que prometer no enojarte.
- Okey, no me enojaré, te
lo prometo.
- Hoy lloré frente a toda
la clase.
- Y, ¿por qué?
- Porque la maestra me
dijo que no hice bien la tarea, y se me salieron lágrimas de los ojos.
- Y, ¿crees que debería
enojarme por eso?
- Mis amigos dicen que
llorar es estúpido, que solo lloran las niñas y los niños débiles.
- Pero, ¿tu sabías que
habías hecho mal la tarea?
- No, creía que estaba
bien, pero después vi que estaba equivocado.
- Entonces escúchame bien. Hay dos cosas que te voy a decir, y tendrás que recordarlas por siempre. Prométeme que no las olvidarás.
- Okey, papá, lo prometo.
- Primero: ¡Estoy
orgulloso de ti! Saber que sabes llorar es una bendición, las lágrimas no son
algo malo, son algo maravilloso, créeme, llorar no es para nada estúpido. Si
lloras, significa que estás sintiendo emociones, que estás vivo, que no eres
una marioneta de madera sin ningún sentimiento, o un objeto cualquiera sin sensibilidad alguna; apuesto a que tus amigos
también habrán llorado un montón de veces, aunque quieran hacerte creer lo
contrario. Así que, llora cada vez que quieras, todos lloran; o mejor dicho, todos lloramos. Y algo muy importante: nunca te avergüences de tus lágrimas, ellas son parte de ti. Con mucha
frecuencia son las lágrimas las que te hacen sentir mejor cuando estás enfermo, cuando estás preocupado o cuando te duele aquí, justo dentro del corazón.
- ¿Y lo segundo, papá?
- Que debes saber que equivocarse es normal. Hacer mal las cosas algunas veces es normal. ¿Sabes que tu mamá y yo también nos hemos equivocado muchas veces? Es de los errores que aprendes, nunca aprenderás nada de hacer las cosas siempre bien, siempre de una manera correcta. Aprenderás cuando te equivoques, aprenderás de tus errores. ¡Siéntete siempre libre de equivocarte! Claro que no a propósito. Pero si te equivocas cometiendo un error, no te preocupes. Es normal. Así que, no me voy a enojar porque tú te equivocaras al hacer la tarea, y no me enojaré porque lloraste. Al contrario, ¡estoy feliz! Son admirables los que un día fueron niños y después se convirtieron en adultos, pero que todavía saben llorar... Además, saben de su derecho a equivocarse. Errar es de humanos, llorar es de valientes, así que levanta la cara y enfrenta la vida con todo tu derecho a equivocarte y a llorar. Los hombres valientes lloran. ¿Y sabes otra cosa? ¡También Jesús, ya siendo grande, lloró varias veces!