20240808

Tres consejos que pueden cambiarte la vida

Quizá estos sean algunos de los mejores consejos que puedas recibir. ¡Aprovéchalos!

Adolfo Miranda Sáenz


Una pareja de recién casados ​​era muy pobre y vivían de los favores de las gentes de un pequeño pueblo. Un día el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa: 
"Voy a irme por un tiempo y trabajaré hasta que haya ganado suficiente dinero para darte una vida más cómoda y digna. Solo te pido que me seas fiel. Por mi parte, yo prometo serte fiel."

El joven se fue y se encontró con un hacendado que necesitaba un ayudante. El joven aumentó el trabajo con la condición de que trabajaría algunos años y su salario se lo depositarían completo en una cuenta de ahorro.


El patrón le hizo una propuesta:  “Yo puedo depositarte tu dinero cada mes o cuando te vayas a ir puedo darte tres consejos y no te doy el dinero... y te vas contento.” El muchacho lo pensó durante dos días, y como su patrón era muy sabio, le dijo: "Quiero los tres consejos."


EL patrón, durante los años de trabajo, según el trato, no le pagó más que la casa y la comida que le daba, y para despedirlo le dio los tres consejos:


1. “Nunca tomes atajos en tu vida. Los caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida."

2. “Nunca seas curioso de aquello que representa el mal. La curiosidad por el mal puede ser fatal".

3. “Nunca tomes decisiones en momentos de odio y dolor. Puede que te arrepientas toda la vida".


"Aquí tienes tres panes, dos para comer durante el viaje y el tercero es para comerlo con tu esposa cuando llegues a tu casa".


Después del primer día de viaje, una persona le pregunta dónde iba. Él respondió: “Voy a un pueblecito a muchos días de camino”.  El hombre le dijo: “Yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días”. Él se puso contento y comenzó a caminar por el atajo, pero de pronto se acordó del primer consejo.  “Nunca tomes atajos en tu vida. Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.”

Entonces salió de aquel atajo y siguió su camino.  Dos días después supo que otros que habían tomado el atajo habían sido asaltados y les robaron todo lo que tenían.


Después de algunos días pasó la noche en una pensión.  Pero de madrugada se despertó asustado al escuchar un grito aterrador.  Se dirigió al lugar de donde procedía el grito, pero cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo.  “Nunca seas curioso de aquello que representa el mal. La curiosidad por el mal puede ser fatal.”  Así que regresó a su cuarto y se acostó a dormir. Al amanecer, el dueño de la posada le dijo: Usted ha tenido suerte en salir vivo de aquí, pues anoche se nos escapó una mujer loca que grita horriblemente y cuando un huésped llega, lo mata."


Después de muchos días y noches de caminata, al anochecer, vio su pequeña casa. Se acercó y se dio cuenta de que su esposa tenía sobre su regazo la cabeza de un hombre al que acariciaba los cabellos.

Su corazón se llenó de odio y dolor y decidió matarlos sin piedad. Cuando de pronto recordó el tercer consejo.  “Nunca tomes decisiones en momentos de odio y dolor. Puede que te arrepientas toda la vida.”

Entonces decidió esperar al día siguiente y encarar a su esposa diciéndole que él siempre le había sido fiel. Cuando su esposa abrió la puerta y lo reconoció, lo abrazó fuertemente, pero él con lágrimas en los ojos, le reprochó que no le hubiera sido fiel y que lo hubiera traicionado con el hombre que había visto en su regazo.


Ella le respondió: Yo jamás te traicioné, te fui fiel durante todos estos veinte años. Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada.


Entonces el marido abrazó a su hijo y les contó su historia.  Finalmente se sentaron a comer el último pan, tal como le había encargado el patrón. Partió el pan y al abrirlo, se encontró con todo el dinero que había ganado durante los años que trabajó para su patrón.


Jamás olvidó los tres consejos: No tomes atajos; no seas curioso ante el mal; y no tomes decisiones con dolor y cólera.