Hay una realidad que —sin dejar de lado la ética— se debe tomar en cuenta en los análisis y estrategias: lo que motiva a las mayorías en sus decisiones políticas es la búsqueda del bienestar económico.
Adolfo Miranda Sáenz
Según la ética política los ciudadanos deben elegir
con su voto a los mejores gobernantes basándose en su honestidad y capacidad. Para
los cristianos, además, según los principios de nuestra doctrina social. Pero
hay una realidad que —sin dejar de lado la ética— se debe tomar en cuenta en
los análisis y estrategias: lo que motiva a las mayorías en sus decisiones
políticas es la búsqueda del bienestar económico.
El pueblo de los países comunistas de Europa Oriental
quería el cambio porque deseaban libertad, pero más que todo porque deseaban
disfrutar del bienestar económico que tenían en Europa Occidental. Por eso mismo centenares de
miles de cubanos se han ido de Cuba a Estados Unidos. Las personas también
huyen de la pobreza originada por otras causas, como las caravanas de centroamericanos
a Estados Unidos, o de africanos y asiáticos a Europa.
En Nicaragua la Revolución Sandinista confiscó bienes, nacionalizó la banca y le hizo difícil la vida a productores
y empresarios privados convirtiendo al país en una copia de Cuba, produciéndose
la resistencia armada, una guerra civil, una descomunal miseria y el exilio de millares. Entre
1990 y 2001 tres gobiernos democráticos (Chamorro, Alemán y Bolaños) recibieron
la mayoría de votos de un pueblo cansado de la miseria y la violencia. Pero, en 2007 una lamentable división liberal con dos
candidatos demócratas (José Rizo y Eduardo Montealegre) permitió volver a
gobernar al sandinismo con Daniel Ortega.
Los tres gobiernos democráticos dieron confianza a
los empresarios; muchos volvieron del exilio y se dio inversión nacional y
extranjera, volvió la banca privada y se mejoró la vida de los nicaragüenses.
Pero había temor al regreso del sandinismo al poder. Cuando Daniel Ortega empezó
a gobernar nuevamente, calmó los temores de un regreso a la
cubanización concertando toda medida económica con los empresarios y buscando
mejores relaciones con los Estados Unidos. Como resultado la empresa privada se
desarrolló bien y el país prosperó con un crecimiento sostenido promedio del 4%
anual. Aunque en el gobierno de Daniel Ortega se cometían abusos y arbitrariedades, y hubo muchas irregularidades en las elecciones que ayudaron a aumentar
sus diputados, alcaldes y concejales, llegó a gozar de una aprobación cercana
al 70% en tres diferentes encuestas (algunos niegan el valor de aquellas encuestas,
pero coincidieron tres, dos de ellas extranjeras y de mucho prestigio; negarlo era
engañarse). A pesar de ser un gobierno autoritario la mayoría lo aprobaba
porque la economía marchaba bien, disminuía el desempleo y mejoraba el bienestar
económico de la gente. Eso era lo que valoraba más la mayoría de la población.
La oposición se dedicaba a señalar el
autoritarismo, los abusos y los fraudes señalando las violaciones a las leyes y
los derechos humanos, pero nunca se enfocó en el bienestar económico diciéndole
al pueblo una verdad muy sencilla: la economía iba bien, pero el bienestar
económico siempre es mayor cuando un gobierno da garantía de absoluto respeto a la democracia, respeta las leyes y la
institucionalidad, porque da estabilidad y confianza. Si con el gobierno de
Daniel Ortega el país crecía 4% anual, podía crecer mucho más y mejor con un gobierno absolutamente apegado al derecho, democrático, con elecciones más transparentes. ¡La oposición nunca
lo enfatizó!
Después de abril de 2018 la forma errada en que el gobierno manejó la crisis política que se presentó hizo que Daniel Ortega cayera, de casi 70% al 37% (Gallup). Ahora se denuncia al gobierno por acciones represivas, pero sin enfatizar en los aspectos económicos. El
motor de la economía es la empresa privada y sin un gobierno que de confianza a la
empresa privada la economía no funciona, no hay inversión nacional ni extranjera, ni producción
ni empleos. Está bien
señalar las acciones autoritarias, las violaciones a los derechos humanos, la
represión… pero sin olvidar que finalmente la mayoría votará por quien le
ofrezca mayor bienestar económico.