Dios quiere ayudarnos... ¡pero nosotros tenemos algo que hacer!
Adolfo Miranda Sáenz
Adolfo Miranda Sáenz
Cuando Lázaro murió y Jesús quiso
resucitarlo pidió primero que quitaran la piedra que cerraba la sepultura, y
cuando quitaron la piedra llamó a Lázaro a la vida. ¿Por qué Jesús, que era
Dios Todopoderoso, el creador de todo el universo, pidió que la familia y
amigos de Lázaro quitaran la piedra? Si tenía el poder de resucitar a Lázaro,
¿no tendría el poder de quitar la piedra Él mismo con solo desearlo? ¿Por qué
no lo hizo? Cuando en las bodas de Canaán Jesús transformó el agua en vino
pidió primero que llenaran con agua las tinajas vacías. ¿Por qué? ¿Acaso Él no
podía poner vino en esas tinajas sin necesidad de que tuvieran agua? ¿Por qué
pidió llenarlas de agua primero? En el Evangelio según San Juan se nos narra
cómo para curar a un ciego Jesús hizo lodo con saliva y polvo, se lo untó en
los ojos y lo envió a lavarse al estanque de Siloé. ¿Necesitaba hacer todo eso?
¿Por qué quiso que el ciego tuviera que ir a lavar el lodo de sus ojos? Podía
hacerlo ver con solo una palabra o un pensamiento. ¿Por qué no lo hizo así? Hay
otras narraciones en los Evangelios en que Jesús para hacer un milagro quiso
que las personas hicieran algo. ¿Por qué?
Esto tiene una lección que Dios quiere
darnos a todos. Nosotros no podemos resucitar a un muerto, pero sí podemos
remover una piedra. No podemos convertir el agua en vino, pero podemos llenar
las tinajas con agua. No podemos ver claramente nuestro camino, pero podemos
lavar nuestros ojos. Si en la vida tenemos problemas y pedimos ayuda a Dios es
muy posible que Él quiera que nosotros hagamos algo por nuestra cuenta, como
remover algunas piedras. Si nuestra vida está vacía, triste, deprimida, o si a nuestro
matrimonio, a nuestras relaciones familiares “se les acabó el vino”, Él puede
llenarlo todo “del mejor de los vinos”, pero antes puede pedirnos que nosotros
llenemos las tinajas del agua que puede estar a nuestro alcance en vez de
esperar que Él lo haga todo. A veces queremos ver soluciones, queremos que Dios
nos de ideas, que nos señale el camino a seguir. Pero Dios espera que primero
nos lavemos el lodo de los ojos; el lodo de nuestros prejuicios, vanidad,
soberbia, orgullo, respeto humano… de todo lo que nos impide ver el camino por
el que Jesús nos quiere llevar.
Como nos dijo Jesús, en esta vida
tendremos aflicciones. La felicidad completa solo la tendremos en la vida
eterna después de esta vida pasajera. Por ahora tenemos que soportar vivir en
un mundo trastornado por la maldad del pecado y donde buenos y malos sufrimos.
Tenemos que convivir con problemas de salud, problemas económicos, conflictos
familiares, decepciones, traiciones, injusticias, crímenes, guerras y con el
peor enemigo: la muerte; la nuestra y la de nuestros seres queridos. Una muerte
que sería definitiva si no fuera porque Dios quiso hacerse hombre y pagar Él en
la Cruz por nuestras culpas devolviéndole a la humanidad la vida eterna de
felicidad completa que siempre quiso para nosotros desde la eternidad y para la
eternidad.
Pero mientras tanto, en este mundo de
aflicciones también Dios nos da cosas lindas, momentos de inmensa dicha,
detalles grandes y pequeños que podemos disfrutar. No todo es tristeza en esta
vida donde también hay alegrías inmensas. Y en medio de las aflicciones Jesús no
nos deja solos. Dios escucha nuestras oraciones y nos ayuda a resolver nuestros
problemas o nos da sabiduría, fortaleza y paz para enfrentarlos y
sobrellevarlos. Pero Jesús, para ayudarnos, espera que nosotros quitemos algunas
piedras, que llenemos nuestras tinajas y lavemos el lodo de nuestros ojos.
Publicado en El Nuevo Diario y Radio 800 (Nicaragua), y Radio Managua (Costa Rica).
Autorizada la reproducción citando al autor.
Publicado en El Nuevo Diario y Radio 800 (Nicaragua), y Radio Managua (Costa Rica).
Autorizada la reproducción citando al autor.