20240506

Cuidado con las apariencias... ¡Engañan!

No todo es lo que parece ser. Puede incluso ser todo lo contrario. Lea cómo cuidarse de las apariencias.

Adolfo Miranda Sáenz


Cuentan que un hombre tenía un cerdito y un burro, y los dos vivían juntos en la finquita. Pero el cerdo siempre estaba presumiendo frente al burro, porque pensaba que su amo lo trataba siempre mucho mejor y que era, por lo tanto, el favorito. 

– La verdad, burro -le decía el cerdo al burro constantemente- es que nuestro amo me quiere más a mí. Y si no, fíjate: a mí me da mucha más comida y nunca me pone a trabajar. Me paso el día comiendo y retozando. Y tú… ¡Mírate!… Te pasas el día cargando leña y apenas te queda tiempo para descansar. Debo de darte mucha envidia…
 
Y la verdad es que el burro estaba triste, porque en el fondo pensaba que el cerdo tenía razón. Pero un día escuchó los chillidos del cerdo, y más tarde, al acercarse horas después a la casa, vio cómo su amo se comía al cerdito. 

Entonces, el burro pensó: – Pues menos mal que mi amo me necesita para trabajar y gracias a los viajes que hago cargando leña, no se acumula nada de grasa en mi cuerpo… así evito que mi amo quiera comerme. 

Está claro que al final, lo que te dan gratis, puede que salga caro. Desconfía de aquello que te den gratis y no presumas de ello, porque al final lo que parece gratis, sale caro. Y no hablamos solo de dinero. Y lo que se esconde detrás de algunas personas es la redalidad, pues no siempre todos son lo que parecen ser. 

Ten cuidado con aquellas personas que te ofrecen las cosas de forma gratuita o son muy zalameras, porque pueden esconder algún interés oculto (y no suele ser bueno). El pobre cerdo, que en su ignorancia pensaba que su amo lo adoraba y por eso lo trataba tan bien en comparación con el burro, al final encontró un fin inesperado. 

También aprendemos que el esfuerzo, el trabajo, al final tienen su recompensa. El burro se pasaba el día trabajando, ya veces se desanimaba pensando que su esfuerzo no era recompensado, y, sin embargo, la mayor recompensa fue no ser sacrificado, ya que en el fondo él era mucho más valioso para el trabajo que el cerdo, porque la única utilidad del cerdo era la de alimentar un día a su dueño. 

Al final el burro sintió gratitud hacia su amo por tratarlo de esa forma. Las apariencias engañan. No te déjés llevar por las apariencias, porque con frecuencia nos engañan y esconden una realidad muy diferente. Y por supuesto, mantente siempre alerta. La precaución puede evitar muchos problemas.