Si no es capaz de corresponder a lo que tu le das... ¡Aléjalo de ti!
Adolfo Miranda Sáenz
Por su palacio pasaron todas las muchachas más bellas del reino y de otros reinos más lejanos; muchas le ofrecían además de su belleza y encantos, muchas riquezas, pero ninguna lo satisfacía tanto como para convertirse en su reina.
Cierto día, llegó una muchacha bonita pero muy pobre al palacio de este rey y con mucha dificultad consiguió una audiencia.
"No tengo nada material que recomendarte, solo puedo darte el gran amor que siento por ti" le dijo al rey: "Sí me permite hacer algo para demostrarte ese amor".
Esto despertó la curiosidad del rey, quién le pidió que dijera que era eso que podía hacer.
"Pasaré 100 días en tu balcón, sin comer ni beber nada más que pan y agua, expuesto a la lluvia, al sereno, al sol y al frío de la noche. Si puedo soportar estos 100 días, entonces me convertirás en tu esposa" .
El rey, sorprendido más que conmovido, ayudó el reto. 100 días eran más de 3 meses. Le dijo: Acepto, si una mujer puede hacer todo esto por mí, es digna de ser mi esposa.
Dicho esto, la muchacha comenzó su sacrificio.
Empezaron a pasar los días y la mujer valientemente soportaba las peores tempestades. Muchas veces sentí que desfallecía del hambre y el frío, pero la alentaba imaginarse finalmente al lado de su gran amor.
De vez en cuando el rey asomaba la cara desde la comodidad de su habitación, para verla y le hacía señas de aliento con el pulgar.
Así fue pasando el tiempo, 20 días, 50 días, la gente del reino estaba feliz pues pensaban: ¡Por fin tendremos reina! Pasaron 90 días... y el rey continuaba asomando su cabeza de vez en cuando para ver los progresos de la muchacha. "Esta mujer es increíble" pensaba para sí mismo, y volvía a darle aliento con señas.
Al fin llego el día 99 y todo el pueblo empezó a reunirse en las afueras del palacio para ver el momento en que aquella muchacha se convertiría en la esposa del rey. Fueron contando las horas, a las 12 de la noche de ese día, tendrían reina.
La pobre mujer estaba muy desmejorada; Había enflaquecido mucho y contraído enfermedades. Entonces sucedió. A las 11 de la noche del día 100, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, la valiente muchacha se rindió, y decidió retirarse de aquel palacio. Dio una mirada triste al rey sorprendido, y sin decir una palabra se fue.
¡La gente estaba conmocionada! Nadie podía entender porque aquella valiente mujer se había rendido faltando solo una hora para ver sus sueños convertidos en realidad. ¡Había soportado tanto! ¡Ahora hubiera sido nada menos que la reina!
Al llegar a su casa, su padre se había enterado ya de lo sucedido. Le pregunto: ¿Por qué te rendiste a solo instantes de convertirte en la reina?
Y ante su asombro, ella respondió: Estuve 99 días y 23 horas en su balcón, soportando todo tipo de calamidades y él no fue capaz de liberarme de ese sacrificio. Me veía padecer y solo me alentaba a continuar, sin mostrar ni siquiera un poco de piedad ante mi sufrimiento. Espera todo este tiempo una pequeña señal de bondad y consideración que nunca llegó. Entonces entendí: ¡Una persona tan egoísta, desconsiderada y ciega, que solo piensa en sí misma, no merece mi amor!
Amigo o amiga que me escucha: Cuando ames a alguien y sientas que para mantener a esa persona a tu lado tienes que sufrir mucho, sacrificar tu vida y hasta suplicar... Aunque te duela, ¡retírate! Y no tanto porque las cosas se vuelvan difíciles, sino porque quien no te valore, quien no sea capaz de darte lo mismo que tú le das, quien no quiera asumir el mismo compromiso que tú asumes, la misma entrega que tu entregarás... ¡Simplemente no te mereces! ¡Huye de esa persona!