20231128

¡No a la Guerra! ¡Sí a la paz!

Millones de hombres, mujeres y niños han regado y siguen regando con sangre las ambiciones y la soberbia de quienes han querido siempre imponerse por la fuerza, la muerte y el terror. 

Adolfo Miranda Sáenz


Vivimos en un mundo en guerra.
Así ha sido la historia de la humanidad. Los poderosos hacen guerras para apoderarse de tierras y riquezas de los débiles. Los esclavistas para convertir personas en esclavos. Las potencias para consolidar sus dominios por la fuerza. Millones de hombres, mujeres y niños han regado y siguen regando con sangre las ambiciones y la soberbia de quienes han querido siempre imponerse por la fuerza, la muerte y el terror.
 
En las primeras dos décadas del Siglo 21 se han desatado varias guerras sangrientas: Estados Unidos y sus aliados invadieron Irak y Afganistán; Rusia atacó a Georgia y luego invadió Ucrania para quedarse con el territorio al Sureste ucraniano llamado El Dombas y consolidarse en la antes ya usurpada Crimea. Estados Unidos, el Reino Unido y Francia se unieron para derrocar al gobierno de Gaddafi en Libia, dejando una guerra civil que aún no termina y tiene en ruinas a ese país.

Las más sangrientas y deshumanizantes —actualmente— son las guerras en Siria y en Palestina. En Siria hay un levantamiento de opositores al gobierno. Pero esa oposición tiene grupos diversos, desde sirios que solo desean un cambio de gobierno hasta terroristas como ISIS, lo cual vuelve complicado el conflicto.
 
Estados Unidos interviene apoyando a los opositores con ayuda militar y bombardeos. Estableció bases militares allí. Parte de su ayuda a los opositores —irónicamente— fue a parar a los terroristas de ISIS. Rusia también se involucra apoyando con armas al gobierno y ha realizado bombardeos. Y se involucran también Turquía, Irán y otros países a favor de unos u otros.

En Siria los distintos bandos han matado a medio millón de personas y el conflicto ha desencadenado una crisis humanitaria. De los 22 millones de habitantes del país más de la mitad se han visto obligados a huir, y hay millones de desplazados en otros países igual que internos en Siria que necesitan ayuda urgente. También se han destruido ciudades y joyas arqueológicas patrimonio de la humanidad. 

Por otra parte, el conflicto entre Israel y Palestina comenzó desde que la ONU declaró en 1948 que en el territorio palestino debía instalarse un Estado Judío y que los judíos dispersos por el mundo desde hace dos mil años —cuando el Imperio Romano destruyera Jerusalén— debían regresar a poblarlo, dividiendo Palestina en dos Estados, uno judío y otro palestino. 

Después de años de conflictos e intentos de solución, hoy existe solo un Estado: Israel, y dos territorios palestinos separados y bajo el dominio de Israel: Cisjordania (con una “Autoridad Palestina” con muy poca “autoridad”, muy limitada por los judíos) donde Israel continúa tomando tierras para construir colonias judías; y Gaza, desde donde opera el grupo armado Hamas contra Israel, que lo considera terrorista. 

Recientemente Hamás atacó con cohetes objetivos civiles en Israel causando unas mil muertes, e incursionó secuestrando a más de 200 rehenes. El gobierno israelí, en respuesta, bombardea e invade Gaza donde hay unos 2 millones y medio de habitantes palestinos, destruyendo edificios de viviendas, escuelas y hospitales, causando unas 5 mil muertes de civiles, la mayoría de ellos —unos 3 mil— son niños. 

Los palestinos civiles de Gaza están sin energía eléctrica, agua, alimentos ni medicamentos, sufriendo una de las peores crisis humanitarias de los últimos tiempos. El gobierno israelí afirma que Hamas opera en túneles bajo las escuelas, hospitales y viviendas, que usa a civiles como escudos humanos, y que eso justifica sus ataques a objetivos civiles. 

Hace varias décadas, cuando Estados Unidos invadió Vietnam para evitar que se consolidara un Estado comunista, impuso el servicio militar obligatorio. Millones de estadounidenses se opusieron a esa guerra, entre ellos el Campeón Mundial de Boxeo Casius Clay, que al convertirse al islam se llamó Mohamed Alí. Él era negro. 

Cuando emitieron la orden de encarcelarlo por rehusarse a  ir a combatir, dijo: “No me voy a esconder... No estoy cometiendo un delito... ¿Quieren enviarme a la cárcel?  Bien, adelante... Yo no voy a ir a 10,000 millas de Estados Unidos para matar a otros... Ningún chino, ni vietnamita, ni japonés es mi enemigo."

Al final, Estados Unidos perdió la guerra de Vietnam, como recientemente perdió ante los talibanes en Afganistán. Pero ahora vemos que ni los vietnamitas ni los talibanes resultaron ser un peligro para los Estados Unidos ni para nadie. ¡Esas guerras fueron innecesarias!  ¿Cuántos miles o millones murieron o sufrieron daños por nada, incluyendo vietnamitas, afganos y jóvenes estadounidenses? Los Estados Unidos perdieron ambas guerras, ¡y no pasó nada! Entonces, lógicamente no eran necesarias. 

No hay guerras necesarias. Todo se puede arreglar en paz con diálogos, negociaciones y cediendo algo cada uno. Realmente en toda guerra, al final, nadie gana. El costo es grande para todos los bandos. Todos pierden. ¡La humanidad pierde! 

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