Nosotros, con dos mil años de cultura cristiana y occidental, rechazamos como bárbara la cultura de los talibanes, aunque es similar al islamismo fundamentalista de otros países, como Arabia Saudita o Qatar.
Adolfo Miranda Sáenz
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El Emir del nuevo Emirato de Afganistán, Haibatulá Ajundzada |
Los talibanes resultan de una combinación de
factores raciales, culturales y religiosos. Son parte del pueblo pastún que
habla lenguas derivadas del iraní, y que residen principalmente en Afganistán y
Paquistán, con al menos 30 grupos étnicos principales e innumerables tribus y
clanes. Su población es de unos 40 millones de personas. Son musulmanes, pero
también guardan la cultura y tradiciones del pueblo pastún: un código ético no
escrito y un estilo de vida que practican desde hace más de 3.000 años, también
adoptado por algunos no-pastunes afganos y paquistaníes que viven con, o cerca,
de los pastunes.
La tradición cultural de los pastunes coincide en
gran parte, y se mezcla, con el islamismo más radical, fundamentalista y
ortodoxo de la rama suní, dando origen a los talibanes (en pastún: estudiantes
religiosos). El islamismo de los talibanes es la interpretación de la Ley
Islámica (Sharia) según el fundamentalismo que promueve practicar el islam como
en los tiempos del profeta Mahoma. Es decir, como se viviría en el año 650 d.
C. interpretando los textos del Corán al pie de la letra, sin considerar los diferentes
contextos históricos ni la evolución del conocimiento humano.
Nosotros, con dos mil años de cultura cristiana y
occidental, rechazamos como bárbara la cultura islámica fundamentalista de los
talibanes, aunque es muy similar al islamismo que profesan otros países. Por
ejemplo, Arabia Saudita, principal aliado de Estados Unidos en el Medio
Oriente; o Qatar, cuyo Emir es nada menos que el dueño del equipo de fútbol
francés Paris Saint Germain. En Arabia Saudita a los no musulmanes no se les
permite practicar su fe ni en la intimidad de su hogar. El rey concentra todos los
Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. No existen partidos políticos ni
jamás ha habido elecciones. Rige la Ley Islámica, siendo interpretado el Corán por
sus imanes fundamentalistas. Las mujeres no tienen derechos, ni siquiera
permiso de salir de sus casas sin autorización de sus esposos. Deben cubrir
todo el cuerpo excepto la cara y las manos, sin adornos ni maquillaje. Aplican
profusamente la pena de muerte, incluso a menores de edad. En Qatar la
situación y las leyes son parecidas, aunque menos rigurosas. Pero no repudiamos
ni a sauditas ni a cataríes como a los talibanes.
En el Antiguo Testamento bíblico encontramos leyes
tan bárbaras como las de los talibanes, sauditas o cataríes. Con un Dios cruel,
vengativo, que manda matar a los infieles. Creencia que fue aclarada por Jesús revelándonos
la verdadera naturaleza divina: Dios es Amor. Pero, el Yahvé de Moisés es parecido
al Alá de Mahoma. Aunque hoy la mayoría de judíos y musulmanes no son
fundamentalistas.
Después de la revolución que derrocó al último rey
afgano, logró establecerse un gobierno comunista que pronto se vio débil ante la
oposición. En 1979, para evitar su caída, 120 mil soldados soviéticos invadieron
Afganistán. Para combatirlos, Estados Unidos armó y ayudó a los combatientes islámicos,
¡en su mayoría talibanes! Además, organizaron Al Qaeda, un grupo al mando del
saudita Osama Bin Laden, entrenados por la CIA, para luchar aliado con los
talibanes que finalmente tomaron el poder en Afganistán. Posteriormente, Osama
Bin Laden decidió que, vencido el “demonio ruso”, Al Qaeda debía atacar al “demonio
Estados Unidos”, y lo atacó el 9/11. Posteriormente Barak Obama acabó con él.
Estados Unidos cometió errores. Creyeron que
para hacer justicia por el 9/11 debían derrocar al gobierno afgano talibán, que
nada tuvo que ver; además, invadieron sin motivo Irak, en vez de concentrarse
en Al Qaeda. Porque talibanes, Al Qaeda e ISIS no son iguales. Tienen
coincidencias, pero también diferencias. Osama Bin Laden había sido aliado
contra Rusia y luego huésped temporal de los talibanes. Estados Unidos invadió
Afganistán en una guerra sin sentido ni posibilidades de triunfo, a la que
afortunadamente el presidente Joe Biden puso fin.