Es un buen momento para reexaminar nuestra vida y evaluar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Un tiempo de gratitud y un tiempo de reconciliación, para todos poder mirarnos, hablarnos y perdonarnos.
Adolfo Miranda Sáenz
En muchas familias han expulsado al Niño Jesús de
la Navidad. Celebran a Santa Claus, la cena navideña, el intercambio de
regalos, el árbol decorado, las alegres lucecitas, los juegos de pólvora, las
fiestas con el infaltable licor y los bailes. ¡En ninguna parte aparece el Niño
Jesús! Pero el verdadero sentido de la Navidad es que Dios compartió nuestra
vida humana para que nosotros pudiéramos compartir la vida divina. Dios vino a
este mundo, haciéndose humano en Jesús, para que nosotros fuéramos Hijos de
Dios.
La Navidad con su mensaje de fe, esperanza y amor
debe unirnos a Dios y unirunos entre nosotros. Compartir las tradiciones en
familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor. Está bien gozar de
una fiesta, de las luces, la pólvora, del árbol, intercambiar regalos, la cena
navideña y hasta el mitológico Santa Claus. Pero no es justo celebrar un
cumpleaños sin el cumpleañero: nada menos que Dios hecho hombre en el Niño
Jesús.
También es justo recordar a los que nos
trasmitieron la vida y la fe en Dios y nos inculcaron valores de honestidad,
generosidad, humildad, gratitud, solidaridad y reconciliación. El Espíritu de
la Navidad renueva el sentido trascendente de nuestra vida y nos recuerda que
la vida es eterna y el alma es inmortal. Nuestro país tiene profundas raíces
cristianas, celebra la Navidad desde hace más de 500 años con verdadero
espíritu cristiano, no solo como época de fiestas y comercio como el mundo la
concibe.
San Francisco de Asís inició la tradición del
pesebre recordándonos que allí hubo un acto de amor que traería esperanza para
toda la humanidad. El pesebre sería tan humilde como el nacimiento de Nuestro
Señor y Salvador. Porque una de las cosas que distingue al cristianismo es el
mensaje de fe y humildad. Jesús nació en un pesebre porque es el símbolo
perfecto para restaurar la paz y el amor que tanto buscamos en nuestros corazones.
Por eso hoy mantenemos la tradición de que en las iglesias y en muchísimos
hogares donde se vive como cristianos haya un pesebre, sea grande o pequeño,
artístico o sencillo. Regocijémonos en el nacimiento de nuestro Salvador.
Celebramos su nacimiento como hombre de quien es nuestro único y poderoso Dios,
¡Creador y Dueño de todo el Universo! Algunos sufren duelo, enfermedad, dolor,
soledad, separación, tristeza o diferentes problemas; Jesús también nace para
ser consuelo, bálsamo, dulce compañía, fortaleza, esperanza y abrazarlos con su
amor.
La Navidad es una época para recordar a Jesucristo
y renovar nuestra determinación de llevar su Nombre en nosotros, llamándonos “cristianos”.
Es el tiempo para reexaminar nuestra vida y evaluar nuestros pensamientos,
sentimientos y acciones. Un tiempo de recuerdo, de gratitud y un tiempo de reconciliación,
para todos poder mirarnos, hablarnos y perdonarnos. Una época para meditar también
en que Jesucristo nació para morir en una Cruz y pagar por nuestros pecados, y
en el significado que eso tiene para cada uno. Que sea, especialmente, un
tiempo de renovación y de volver a comprometernos a vivir de acuerdo con la Palabra
de Dios y a obedecer sus mandamientos.
Celebremos alegres el Nacimiento del Salvador y
sintamos gratitud sincera por su vida, sus enseñanzas y su sacrificio de
salvación por nosotros. Que esa gratitud nos haga renovar nuestra determinación
de seguirle; y que también nos acerque más a nuestra familia, a nuestra Iglesia
y a nuestro prójimo. Cuando reinan el odio, la violencia y los conflictos es
necesario que Jesús nazca en nuestros corazones. Como dice frecuentemente nuestro
amado Papa Francisco, recordándonos las palabras de Jesús en Lucas 6,27-36: debemos practicar el perdón, la reconciliación y el amor, incluso con aquellos
que consideramos nuestros enemigos. Esto es fundamental en nuestra fe cristiana,
que nos debe diferenciar de todos los demás. Cuando no lo hacemos, dejamos de actuar
como verdaderos cristianos.
Publicado en el Diario La Prensa y transmitido por Radio Corporación (Managua)