20211217

¿Cómo celebraremos nuestra Navidad?

Es un buen momento para reexaminar nuestra vida y evaluar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Un tiempo de gratitud y un tiempo de reconciliación, para todos poder mirarnos, hablarnos y perdonarnos.

Adolfo Miranda Sáenz


En muchas familias han expulsado al Niño Jesús de la Navidad. Celebran a Santa Claus, la cena navideña, el intercambio de regalos, el árbol decorado, las alegres lucecitas, los juegos de pólvora, las fiestas con el infaltable licor y los bailes. ¡En ninguna parte aparece el Niño Jesús! Pero el verdadero sentido de la Navidad es que Dios compartió nuestra vida humana para que nosotros pudiéramos compartir la vida divina. Dios vino a este mundo, haciéndose humano en Jesús, para que nosotros fuéramos Hijos de Dios.   
 
La Navidad con su mensaje de fe, esperanza y amor debe unirnos a Dios y unirunos entre nosotros. Compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor. Está bien gozar de una fiesta, de las luces, la pólvora, del árbol, intercambiar regalos, la cena navideña y hasta el mitológico Santa Claus. Pero no es justo celebrar un cumpleaños sin el cumpleañero: nada menos que Dios hecho hombre en el Niño Jesús.
 
También es justo recordar a los que nos trasmitieron la vida y la fe en Dios y nos inculcaron valores de honestidad, generosidad, humildad, gratitud, solidaridad y reconciliación. El Espíritu de la Navidad renueva el sentido trascendente de nuestra vida y nos recuerda que la vida es eterna y el alma es inmortal. Nuestro país tiene profundas raíces cristianas, celebra la Navidad desde hace más de 500 años con verdadero espíritu cristiano, no solo como época de fiestas y comercio como el mundo la concibe.
 
San Francisco de Asís inició la tradición del pesebre recordándonos que allí hubo un acto de amor que traería esperanza para toda la humanidad. El pesebre sería tan humilde como el nacimiento de Nuestro Señor y Salvador. Porque una de las cosas que distingue al cristianismo es el mensaje de fe y humildad. Jesús nació en un pesebre porque es el símbolo perfecto para restaurar la paz y el amor que tanto buscamos en nuestros corazones. Por eso hoy mantenemos la tradición de que en las iglesias y en muchísimos hogares donde se vive como cristianos haya un pesebre, sea grande o pequeño, artístico o sencillo. Regocijémonos en el nacimiento de nuestro Salvador. Celebramos su nacimiento como hombre de quien es nuestro único y poderoso Dios, ¡Creador y Dueño de todo el Universo! Algunos sufren duelo, enfermedad, dolor, soledad, separación, tristeza o diferentes problemas; Jesús también nace para ser consuelo, bálsamo, dulce compañía, fortaleza, esperanza y abrazarlos con su amor.  
 
La Navidad es una época para recordar a Jesucristo y renovar nuestra determinación de llevar su Nombre en nosotros, llamándonos “cristianos”. Es el tiempo para reexaminar nuestra vida y evaluar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Un tiempo de recuerdo, de gratitud y un tiempo de reconciliación, para todos poder mirarnos, hablarnos y perdonarnos. Una época para meditar también en que Jesucristo nació para morir en una Cruz y pagar por nuestros pecados, y en el significado que eso tiene para cada uno. Que sea, especialmente, un tiempo de renovación y de volver a comprometernos a vivir de acuerdo con la Palabra de Dios y a obedecer sus mandamientos.
 
Celebremos alegres el Nacimiento del Salvador y sintamos gratitud sincera por su vida, sus enseñanzas y su sacrificio de salvación por nosotros. Que esa gratitud nos haga renovar nuestra determinación de seguirle; y que también nos acerque más a nuestra familia, a nuestra Iglesia y a nuestro prójimo. Cuando reinan el odio, la violencia y los conflictos es necesario que Jesús nazca en nuestros corazones. Como dice frecuentemente nuestro amado Papa Francisco, recordándonos las palabras de Jesús en Lucas 6,27-36: debemos practicar el perdón, la reconciliación y el amor, incluso con aquellos que consideramos nuestros enemigos. Esto es fundamental en nuestra fe cristiana, que nos debe diferenciar de todos los demás. Cuando no lo hacemos, dejamos de actuar como verdaderos cristianos.

Publicado en el Diario La Prensa y transmitido por Radio Corporación (Managua)