Algunos niños y niñas sus padres los dan alquilados por día a criminales que los explotan. Son también abusados sexualmente. Algunos alquilan bebés que drogan y emborrachan. ¿Quién hace algo al respecto?
Adolfo Miranda Sáenz
Estamos acostumbrados a encontrarnos en los
semáforos y otros sitios con niños y niñas pidiendo dinero, a veces a cambio de
limpiar los vidrios del vehículo, haciendo piruetas de circo o simplemente
extendiendo sus manitos. También encontramos adultos, algunos discapacitados,
haciendo lo mismo. A veces niños y adultos vendiendo algo. No voy a referirme
ahora a los adultos, solo voy a referirme a los niños, tanto a los que andan aparentemente
solos como a los que andan con personas mayores, incluyendo bebés supuestamente
dormidos en brazos de una mujer o de una niña mayor.
Seguramente muchos sienten compasión por estos
niños pobres que les piden dinero y se impresionan al ver la aparente imagen de
una madre desesperada con un bebé en sus brazos pidiendo ayuda para darle de
comer a su hijo. Sin duda, ver a un niño en la miseria o a un bebé en
condiciones críticas es algo muy conmovedor. Lo que muchos no saben es lo que
existe detrás de eso. En cada sitio donde vemos estas escenas, pueden estarse
cometiendo ante nuestros ojos, a la luz pública, crímenes terribles, horrendos,
contra niños, niñas y bebés, incluyendo violaciones y homicidios.
No en todos los casos de niños pobres pidiendo en
los semáforos es así, pero a algunos niños y niñas sus padres los dan alquilados
por día a criminales que los explotan. A cierta distancia de donde algunos
niños piden, está el criminal observándolos para que hagan bien su “trabajo” y
después le entreguen el dinero. Además de la explotación que hacen, los
maltratan, los obligan a aguantar sol, lluvia, hambre y sed, y numerosas veces
abusan de niños y niñas sexualmente, ya sea el propio delincuente que paga el
alquiler o un degenerado “cliente” del mismo.
Algunos padres alquilan a bebés menores de un año.
En estos casos es una mujer quien hace la actuación de “madre angustiada” llevando
un bebé en brazos que pasa de sol a sol con una mezcla de medicamentos y
alcohol que lo mantiene “dormido” para que no moleste; como un muñequito de
trapo que no llora, no come, no bebe, no se mueve… ¡y que todavía está vivo de
milagro! Algunas veces lo hacen las propias madres, o algún familiar como hermanas
mayores.
Estos bebés son drogados y emborrachados con
medicamentos tranquilizantes mezclados con aguardiente (guaro). Utilizan sobre
todo antialérgicos, antigripales o jarabes para la tos que contienen antihistamínicos
que causan somnolencia. No se necesita mucha cantidad de medicamento y alcohol
para noquear a un bebé. Según médicos consultados, las consecuencias de vivir drogado
y borracho son gravísimas para un niño pequeñito. Todos sus órganos son dañados
y lo más probable es que fallezca en pocos meses o semanas. Si sobrevive, las
secuelas serán similares a la abstinencia no controlada de un drogadicto y
alcohólico. Si milagrosamente llegara a mayorcito su cerebro estaría muy dañado,
con consecuencias impredecibles que van desde la idiotez hasta la esquizofrenia,
con daños en corazón, riñones, hígado y otros trastornos
Aunque esto mismo suceda en muchas ciudades de
países subdesarrollados y empobrecidos, no permitamos que aquí se sigan dando
estos crímenes. Las autoridades deben actuar. No se si, por ejemplo, el
Ministerio de la Familia, el Ministerio Público y la Policía Nacional estén
haciendo algo sobre esto; si lo hacen no se ha informado nada al respecto. En
todo caso, deben perseguir estos crímenes y evitar que se sigan cometiendo. También
deberíamos interesarnos todos los nicaragüenses y hacer conciencia sobre esto. Algunos
niños y niñas andarán por su propia cuenta, pero es imposible distinguirlos. De
todas maneras, no deberían estar allí sino en la escuela o con sus padres. Como
ciudadanos, al menos no lo fomentemos. Si se quiere dar algo a los niños
pobres, hagámoslo a través de las iglesias; casi todas atienden a niños pobres
organizadamente.