20240307

Nuevamente se habla de sanciones que afectarían al pueblo

Los nicaragüenses, independientemente de las opiniones políticas de cada cual, deberíamos preocuparnos porque no se dañe a nuestro país con sanciones que afectarían la economía y llevarían al pueblo a la miseria. Dañar a Nicaragua no se justifica de ninguna manera. Debemos pensar en el bien de Nicaragua sin sentimientos políticos radicales, con sensatez. 

Adolfo Miranda Sáenz


Los gobernantes de Estados Unidos siempre han creído ser destinados por Dios para decidir sobre el bien y el mal, e imponer sus “soluciones” a todo el planeta. Por eso, desde su independencia hasta hoy, nunca ha pasado ni un solo día sin estar, Estados Unidos, combatiendo o involucrado en una guerra. ¡Ni un solo día! ¡Este es un récord increíble! 

Ellos invaden, atacan, bloquean e imponen sanciones según les parece.

Todavía no logran comprender que sus sanciones son ineficaces, contraproducentes y dañinas para los pueblos, sin lograr obligar a otros gobiernos a actuar en la forma que ellos quieren.

Un buen presidente es Nayib Bukele, apoyado por más del 85% de los salvadoreños; pero el gobierno de Estados Unidos le impone sanciones a su gobierno por el trato a los pandilleros: crueles asesinos, secuestradores, violadores, torturadores y narcotraficantes, que gracias a la aplicación de mano dura han sido encarcelados en prisiones de alta seguridad. Está claro que la política dura ejercida por Bukele contra esos criminales es la única eficaz para lograr transformar a El Salvador y dejar de ser el país más peligroso del mundo. ¡Pero los Estados Unidos lo sancionan!

Todos los años la Asamblea General de las Naciones Unidas vota una resolución condenando las sanciones impuestas por Estados Unidos a Cuba. Solamente dos países votan en contra de esa condena: los propios Estados Unidos e Israel. Recientemente se dio una única abstención, de Ucrania. 

¿Será que todo el resto del mundo es “comunista” o que todos los demás gobiernos de la Tierra amen al gobierno cubano? ¡Por supuesto que no! Condenan el bloqueo de un poderoso contra un pequeño, impidiéndole obtener alimentos, medicinas y artículos de primera necesidad a once millones de cubanos, incluyendo niños y ancianos. El bloqueo establece que ninguna persona o empresa puede comprar, vender o invertir algo en Cuba, si quiere hacerlo en Estados Unidos, excepto con un “permiso especial”.

¡Ese bloqueo ya tiene 63 años! Pero, preguntémonos, ¿han logrado algo –aparte de causarle hambre y miseria al pueblo cubano? ¡Evidentemente no! ¡Nada! ¡Deberían ser sinceros y reconocerlo de una vez!

Obama inició un proceso de acercamiento mutuo entre Estados Unidos y Cuba, que estaba dando buenos resultados en diferentes aspectos para el pueblo cubano, también para los inversionistas del exilio cubano y para los propios Estados Unidos; pero otro gobierno estadounidense, lamentablemente, lo canceló.

Recientemente leí que algunos congresistas estadounidenses presentaron el proyecto llamado “Ley de Restauración de la Soberanía y los Derechos Humanos en Nicaragua”. Su contenido causaría miseria y hambre al pueblo nicaragüense. ¡Una ley que causaría hambre y miseria a un pueblo jamás puede favorecer los derechos humanos!

El proyecto mandaría revisar la participación de Nicaragua en el Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos, prohibir las inversiones estadounidenses y una estrategia para bloquear los préstamos e inversiones de organismos y empresas internacionales.

Sus patrocinadores han dicho que “el Gobierno de Nicaragua no se puede seguir lucrando con los beneficios económicos de comerciar con los Estados Unidos”. Pero, ¡decir eso es ignorancia! 

El Gobierno de Nicaragua no comercia con los Estados Unidos. En Nicaragua el comercio lo hacen los empresarios privados, grandes, medianos y pequeños productores, comerciantes, exportadores e importadores nicaragüenses o inversionistas extranjeros, quienes pagan los sueldos y la seguridad social de millones de nicaragüenses que dependen de eso para vivir. 

Del comercio con los Estados Unidos —que implica cerca del 60% de las importaciones y exportaciones de Nicaragua— se benefician, en su gran mayoría, obreros, campesinos y empleados que viven de sus salarios por producir y comercializar los bienes para el consumo interno o para exportarlos. En el comercio nacional se usan las redes de distribución privadas que van desde el importador o del productor a los almacenes, tiendas, supermercados, hasta las pequeñas pulperías.  

Este movimiento de bienes y servicios activa la economía generando divisas y haciendo circular el dinero, creando fuentes de empleo; beneficiándose el pueblo nicaragüense que así pone pan en la mesa de sus familias y adquiere otros bienes y servicios necesarios. 

De las inversiones extranjeras se beneficia también el pueblo trabajador con más fuentes de empleo; y de los préstamos internacionales se beneficia el ciudadano común y corriente que necesita que se  construyan más escuelas, hospitales, carreteras y otras infraestructuras.

Condenar al pueblo nicaragüense a una situación de miseria no beneficia en nada a Nicaragua. ¿No les basta mirar el ejemplo de Cuba? Deben entender que si se aprueban esas sanciones se condenaría al pueblo de Nicaragua a una situación económica que afectaría negativamente, no solo a Nicaragua, sino a toda la región, e incluso a los mismos Estados Unidos.

Es que las soluciones para los problemas del mundo no están en la fuerza, en las guerras, las invasiones, los bloqueos ni las sanciones. El camino es despejar las vías para que pueda haber diálogos con mutuo respeto, sin amenazas ni coacciones, sin pretender la desaparición del otro, cediendo y aportando cada parte, buscando el entendimiento y la convivencia en paz.