20230211

¿Qué implica dar de comer al hambriento... de beber al sediento... etc?

Adolfo Miranda Sáenz

Va más allá de darle el pan a una persona hambrienta o visitar a los enfermos y encarcelados. No basta dar limosnas  Eso es bueno, pero no suficiente. Jesús no pretende que interpretemos sus palabras en un sentido tan restringido. Entonces, ¿cómo?



En el capítulo 25 del Evangelio del apóstol Mateo se nos relata que cuando tengamos que comparecer ante Jesús, después de ésta vida, la regla que Jesús nos aplicará, para entrar a la vida eterna en el Reino de los Cielos, será si dimos de comer al hambriento, de beber al sediento, si acogimos al emigrante, si suplimos las necesidades del pobre (como p. ej. el vestido), si atendimos al enfermo, si visitamos al preso. Tradicionalmente se les llama “obras de misericordia”, pero tal nombre no refleja la importancia que tienen, pues de ello —y de nada más— depende nuestra salvación eterna. Los cristianos sabemos que estas palabras de Jesús van más allá de darle el pan a una persona hambrienta o visitar a los enfermos y encarcelados.  Eso es bueno, pero no suficiente. Jesús no pretende que interpretemos sus palabras en un sentido tan restringido.

Los textos del Evangelio debemos entenderlos en el contexto de todo el Evangelio de Jesús, no aisladamente. Jesús fue muy claro en que debemos atender las necesidades humanas, como en la parábola del buen samaritano. Pero también destacó el tema de la indiferencia ante la pobreza en la parábola del pobre Lázaro y del rico  Epulón. Llamó bienaventurados a los pobres “porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Insistió varias veces en la contradicción entre riqueza y pobreza. Dijo que no se puede servir a dos “señores”: a las riquezas y a Dios, y que es difícil (aunque no imposible) que un rico entre al Reino de los Cielos.

Podemos resumir el Evangelio de Jesús en una palabra: Amor. Al fin y al cabo la Biblia dice: "El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es Amor." (1Juan 4.8). El Santo Padre Francisco, cuando el director del periódico italiano La Stampa le preguntó: "Santidad, ¿que es necesario para salvarse?, el Papa respondió: "Amar al prójimo". San Agustín decía: "Ama y haz lo que quieras", porque el que ama a Dios lo buscará y estará cerca de él por amor, no por obligación, y si ama al prójimo no hará ningún daño a quienes ama; no hará mal a nadie, al contrario, hará el bien por amor. Y eso es lo que vale a los ojos de Dios. 

En ese contexto, cuando Jesús nos manda dar de comer al hambriento también nos manda preguntarnos, ¿por qué hay tantos hambrientos? Si en el mundo abunda la riqueza, ¿por qué hay tanta pobreza? Si hay tantos alimentos que hasta en algunos lugares se tiran a la basura en buen estado, ¿por qué hay tantos hambrientos? Según la FAO alrededor de 800​ millones de personas en el mundo no tiene suficientes alimentos, están hambrientos; más de 3 millones de niños mueren cada año por desnutrición; 66 millones de niños asisten a clases con hambre. El Informe sobre Riqueza Global de Credit Suisse destaca que el 1% más rico tiene la mitad de toda la riqueza del mundo, y que de la otra mitad de la riqueza el 70% de la gente —que son los más pobres— tienen acceso, entre todos, tan solo al 1.5% de ella. 

Jesús quiere que nos preguntemos: ¿Por qué ese contraste entre tanta pobreza y tanta riqueza concentrada en unos pocos? Evidentemente, por las causas que fueren, esa no es una situación justa. Esa situación —junto a otras— causa el hambre en el mundo. Es muy claro que las cosas así no están bien. Las estructuras económicas y sociales que rigen en la Tierra no son buenas. Entonces, Jesús quiere que nos preguntemos: ¿qué puedo hacer para que las cosas sean más justas? No se trata de acabar con los ricos, pero sí de que haya más justicia social.

Dar un vaso de agua por amor al prójimo es algo bueno. Pero, ¿por qué tanta gente no tiene acceso al agua potable? Más de 1100 millones de personas en el mundo carecen de agua potable. Viven sedientos. Cada año 3 millones y medio de personas mueren debido a enfermedades relacionadas con la calidad del agua. Jesús nos preguntará, ¿qué hiciste para no desperdiciar ni contaminar las aguas? ¿Qué hiciste para que todos pudieran tener agua y no hubieran sedientos?

Sobre los emigrantes, ¿qué hacemos para que  no tengan que emigrar tantas personas por necesidad, debido a guerras, pobreza, desempleo, persecusión...? ¿Qué hacemos a favor de la paz, el desarrollo, las fuentes de empleo? Tambiénd debemos vestir al que no tiene ropa, pero, ¿sabemos que 80 millones de personas en Latinoamérica viven sin acceso a ropa decente limitando las oportunidades para su desarrollo. ¿Cuántos hay sin zapatos y sin cubrir otras necesidades elementales? ¿Qué hacemos para que esto cambie? 

Es bueno visitar a los enfermos, pero, ¿por qué muchos enfermos no tienen atención médica ni reciben las medicinas que necesitan? No funcionan las instituciones de salud en muchos lugares (si acaso hay). Abundan lugares donde se roban las medicinas y parte del presupuesto de salud. La OMS dice que la unos 1.400 niños menores de cinco años mueren ¡cada día! víctimas de enfermedades diarreicas por falta de acceso al agua potable y por falta de medicinas. A eso se suma la falta de higiene por vivir en la miseria. ¡Jesús no quiere que seamos indiferentes ante esto! 

Es bueno visitar a los presos, pero sabemos que muchas personas están presas en diferentes países del mundo injustamente por denunciar la corrupción, defender a los oprimidos o exigir justicia, libertad y derechos. Otros por su raza o religión. A menudo son golpeados, torturados, humillados, amenazados y, peor aún, olvidados. Muchos ya cumplieron sus condenas pero están abandonados y nadie se preocupa de sacarlos de la prisión.

Jesús un día nos va a juzgar por lo que hicimos ante todas estas situaciones. No podemos resolver todos los problemas del mundo, pero empecemos por tomar conciencia y tener una posición clara, firme y no indiferente ante estas realidades. Cada cual debe hacer lo que pueda. Quizá cosas pequeñas como no tirar la basura, no contaminar el ambiente, no desperdiciar el agua, cobrar siempre lo justo, y pagar lo justo. Pero sobre todo, los laicos, debemos saber escoger nuestras opciones políticas y trabajar en ellas iluminados por la Doctrina Social de la Iglesia, que es importante conocerla. Al menos, hacer obras de misericordia, pero sin quedarnos solo ahí, sino tomando conciencia y haciendo conciencia en los demás de todas las estructuras de pecado que hay detrás de todas estas situaciones. Algo podemos hacer. Como decía la Santa Madre Teresa de Calcuta: "Quizá lo que hacemos sea solo una gota en el mar, pero sin esa gota el mar sería menos."