Amar es tener el coraje de hacerse el ciego para que el otro vea la luz.
Adolfo
Miranda Sáenz
Una
pareja vivía bastante bien y tenían ya veinte años de casados. Un día ocurrió
un incendio voraz en su casa. Los vecinos llamaron a los bomberos, pero la
esposa y el esposo no pudieron salir a tiempo y fueron llevados muy graves al
hospital.
Días
después, los doctores dijeron al marido:
-
Pudimos salvar a su esposa, pero ella está irreconocible: por encima de la
cintura es un enrugado de piel, la boca deformada, perdió una parte de la nariz
y una oreja. Va a ser difícil ayudar a su esposa a hacerse cargo de su vida...
El
marido les contestó con voz baja: - Yo también sufrí mucho con ese fuego.
Después de todo, no veo, estoy ciego...
Se
fueron a la casa reconstruida con la ayuda de los parientes y amigos, pero no
volvieron a salir de casa.
Ella
estaba totalmente deformada...
Vivieron
juntos diecisiete años, pero cuándo la esposa falleció, en la vela, cuál fue la
sorpresa de los familiares y amigos al ver que el esposo ¡¡no estaba ciego!!
Apareció
sin lentes oscuros y sin el bastón: ¡¡No había quedado ciego!! Y ante las inmediatas
y abundantes preguntas, esto fue lo que contestó:
- Sabía
que mi amada esposa nunca podría sentirse verdaderamente aceptada. Si supiera
que yo podía ver su deformidad ella no lo hubiera soportado.
Amar es
eso: amar es tener el coraje de hacerse el ciego para que el otro vea la luz.
Amar es
dejar de ver los defectos en los demás, porque muchas veces los nuestros son
mayores o hasta peores que los de los demás...
Amar es
amar aún con tantos defectos... ¡Amar es simplemente saber amar!
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