Prácticas valiosas que nada cuestan
Adolfo Miranda Sáenz
Vístete bien sin importar la ocasión. Es verdad que el hábito no hace al monje, pero una persona vestida con ropa limpia y debidamente arreglada va a ser más apreciada que una sucia y desaliñada.
Cuando estés sentado y alguien venga a saludarte, levántate. Es de muy mala educación y una grosería quedarte sentado. Pero hay excepciones. Si eres mujer y viene un caballero, dependerá de si es una persona mayor o de un rango que amerite respeto para que te levantes.
Comenta siempre las cosas buenas, no las guardes en el
corazón. Mucha gente habla de cosas malas, tristes o preocupantes. Tú trata más bien de poner algo bonito en la conversación.
Si hablas por teléfono y vas a poner el espíquer o altavoz
informa primero a la persona con quien hablas. Obviamente, él querrá saber quién oirá
lo que diga.
A veces pedimos delíveris o entregas a domicilio de comida o
medicamentos. Ofrécele un vaso de agua al repartidor. Es alguien que se gana la
vida muy duramente bajo el sol y la lluvia, estará muy cansado, y probablemente
tendrá sed. Te lo va a agradecer mucho.
Abre siempre la puerta a la persona que viene detrás de ti.
No importa si es un hombre o una mujer.
Deja de llegar tarde, es muy molesto, incómodo e incluso irritante
tener que estar esperando a alguien, y peor si su costumbre es llegar siempre
tarde.
Cuando alguien empiece a hablar de sus asuntos, no empieces tu
a hablar de los tuyos. El mensaje que dejas es que no te importa nadie más que
tu persona y eso es odioso, egoísta. Aprende primero a escuchar.
Nunca le preguntes a una persona tímida qué le pasa ni le
preguntes por qué no hablas más. Solo
los hace sentir más incómodos.
Cuando visites la casa de alguien, lleva algo: una
repostería, unas golosinas, una bebida, unas flores, lo que puedas, pero a una
visita no llegues con las manos vacías. Claro que esto no es para las visitas
de confianza y frecuentes.
Cuando abras un regalo, solo di gracias. No digas: "¡Es
demasiado caro". Decir eso o alabarlo excesivamente hace sentirse mal al que
te está regalando. No comentes demasiado el regalo, basta con decir: "Gracias, está muy lindo, me encanta" ¡Y punto, nada más! Y si no te gusta, disimúlalo y también dí: "Gracias".
Ser creyente de una religión o de ninguna, tener una opción política determinada, o vegetariano o no vegetariano son elecciones libres de cada cual y debemos respetarlas. No le preguntes a nadie por qué es así, excepto si te interesa conocedr más de ese tema con sinceridad.
No le expreses simpatía, atracción o admiración a nadie en
público. Esto avergonzará a la persona y la expone a que se rían de ella.
Y finalizo con el consejo que debemos practicar casi todos,
porque es un defecto horrible y casi todo el mundo lo hace: No mires tu
teléfono cuando otros te están hablando. Aprende a apartarte de tu celular.