20220602

Debemos tener buenos principios y valores

Si una persona carece de principios y valores será una persona dominada por sus instintos y con frecuencia actuará de manera irracional.

Adolfo Miranda Sáenz



Los seres humanos nos diferenciamos de los animales en que estamos dotados de razón, que es la capacidad de analizar y diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo provechoso y lo inútil, lo beneficioso y lo dañino; la capacidad de llegar a conclusiones lógicas, ser creativos, actuar con inteligencia y hacer prevalecer la voluntad sobre los instintos cuando sea necesario. La razón humana se nutre de los principios y valores que la iluminan para tomar las decisiones correctas. Una persona sin principios y sin valores tiene un vacío en su mente, una pobre capacidad de razonar que termina siendo superada por los instintos. Por eso, si una persona carece de principios y valores será una persona dominada por sus instintos y con frecuencia actuará de manera irracional.
 
Los principios son las normas supremas o las ideas fundamentales que rigen nuestro pensamiento y nuestra conducta. Por su parte, los valores son las virtudes que nos dan la fuerza necesaria para actuar en la vida de acuerdo a nuestros principios. Los principios y valores están íntimamente vinculados entre sí; y, además, están vinculados con los derechos humanos y con las doctrinas cristianas y de otras confesiones. Algunos tratadistas colocan como un principio lo que otros consideran como un valor, lo cual en la práctica es secundario. De hecho, muchos grandes principios pueden considerarse al mismo tiempo como valores, derechos humanos y mandamientos cristianos.
 
Los grandes principios éticos son reconocidos universalmente como naturales y comunes a todos los seres humanos, independientemente de nuestras diferentes religiones, educación, cultura, tradiciones o costumbres. Todos los seres humanos —al menos medianamente civilizados— sean ateos o creyentes de diferentes confesiones religiosas, o de diferentes corrientes filosóficas, reconocen grandes principios éticos  que se deben respetar, promover y practicar para vivir en una sociedad humana como seres humanos.
 
Entre ellos, la Iglesia Católica ha destacado en su magisterio como grandes principios sociales: 1.- La dignidad de la persona humana. 2.- La búsqueda del bien común. 3.- El destino universal de los bienes. 4.- La subsidiariedad en la organización social. 5.- La solidaridad. 6.- La consecución de la paz. 7.- La preservación del medio ambiente. Del primero de estos —la dignidad de la persona humana— se desprenden otros grandes principios como son el respeto a la vida humana, la inviolabilidad de la integridad física y moral de las personas, la libertad y la igualdad de todos en dignidad y derechos. No pretendo ser exhaustivo al citar estos principios, porque hay muchos más.
 
De los grandes principios que deben iluminar nuestra forma de razonar y las decisiones que debemos tomar en la vida, surgen los buenos valores o virtudes que nos permiten actuar según estos principios, como —entre otros— la verdad, la justicia, el amor al prójimo, el perdón, la misericordia, la honestidad, los valores familiares, la prudencia, la fortaleza, la moderación, la humildad, la paciencia, la constancia, el amor a la patria y —por supuesto— las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, que son fundamentales en el cristianismo y en otras confesiones.
 
Comentaremos aquí sobre algunos principios y algunos valores considerados entre los más importantes. Confío en que resultará de interés que tratemos sobre algunos principios determinados y ciertos valores concretos que influyen directamente en nuestra vida diaria e identificar qué principios y valores tenemos y cuáles deberíamos procurar para el bien de la sociedad donde vivimos y de la humanidad a la que pertenecemos. También reflexionar en lo que nuestros niños y jóvenes necesitan aprender de nosotros. Una sociedad sin principios ni valores es una sociedad enferma. Todos necesitamos tener buenos principios y valores para ser mejores personas; incluso, para comportarnos en esta vida siempre como personas; para pensar y actuar como seres racionales, como seres humanos.

Publicado en el Diario La Prensa y en Radio Corporación