Si una persona carece de principios y valores será una persona dominada por sus instintos y con frecuencia actuará de manera irracional.
Adolfo Miranda Sáenz
Los seres humanos nos
diferenciamos de los animales en que estamos dotados de razón, que es la
capacidad de analizar y diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo provechoso y
lo inútil, lo beneficioso y lo dañino; la capacidad de llegar a conclusiones
lógicas, ser creativos, actuar con inteligencia y hacer prevalecer la voluntad
sobre los instintos cuando sea necesario. La razón humana se nutre de los
principios y valores que la iluminan para tomar las decisiones correctas. Una
persona sin principios y sin valores tiene un vacío en su mente, una pobre
capacidad de razonar que termina siendo superada por los instintos. Por eso, si
una persona carece de principios y valores será una persona dominada por sus
instintos y con frecuencia actuará de manera irracional.
Los principios son las normas
supremas o las ideas fundamentales que rigen nuestro pensamiento y nuestra
conducta. Por su parte, los valores son las virtudes que nos dan la fuerza
necesaria para actuar en la vida de acuerdo a nuestros principios. Los principios
y valores están íntimamente vinculados entre sí; y, además, están vinculados
con los derechos humanos y con las doctrinas cristianas y de otras confesiones.
Algunos tratadistas colocan como un principio lo que otros consideran como un
valor, lo cual en la práctica es secundario. De hecho, muchos grandes
principios pueden considerarse al mismo tiempo como valores, derechos humanos y
mandamientos cristianos.
Los grandes principios éticos son
reconocidos universalmente como naturales y comunes a todos los seres humanos,
independientemente de nuestras diferentes religiones, educación, cultura,
tradiciones o costumbres. Todos los seres humanos —al menos medianamente
civilizados— sean ateos o creyentes de diferentes confesiones religiosas, o de
diferentes corrientes filosóficas, reconocen grandes principios éticos que se deben respetar, promover y practicar
para vivir en una sociedad humana como seres humanos.
Entre ellos, la Iglesia Católica
ha destacado en su magisterio como grandes principios sociales: 1.- La dignidad
de la persona humana. 2.- La búsqueda del bien común. 3.- El destino universal
de los bienes. 4.- La subsidiariedad en la organización social. 5.- La
solidaridad. 6.- La consecución de la paz. 7.- La preservación del medio
ambiente. Del primero de estos —la dignidad de la persona humana— se desprenden
otros grandes principios como son el respeto a la vida humana, la
inviolabilidad de la integridad física y moral de las personas, la libertad y
la igualdad de todos en dignidad y derechos. No pretendo ser exhaustivo al
citar estos principios, porque hay muchos más.
De los grandes principios que
deben iluminar nuestra forma de razonar y las decisiones que debemos tomar en
la vida, surgen los buenos valores o virtudes que nos permiten actuar según
estos principios, como —entre otros— la verdad, la justicia, el amor al
prójimo, el perdón, la misericordia, la honestidad, los valores familiares, la
prudencia, la fortaleza, la moderación, la humildad, la paciencia, la
constancia, el amor a la patria y —por supuesto— las virtudes teologales de fe,
esperanza y caridad, que son fundamentales en el cristianismo y en otras
confesiones.
Comentaremos aquí sobre
algunos principios y algunos valores considerados entre los más importantes. Confío en
que resultará de interés que tratemos sobre algunos principios determinados y
ciertos valores concretos que influyen directamente en nuestra vida diaria e
identificar qué principios y valores tenemos y cuáles deberíamos procurar para
el bien de la sociedad donde vivimos y de la humanidad a la que pertenecemos.
También reflexionar en lo que nuestros niños y jóvenes necesitan aprender de
nosotros. Una sociedad sin principios ni valores es una sociedad enferma. Todos
necesitamos tener buenos principios y valores para ser mejores personas;
incluso, para comportarnos en esta vida siempre como personas; para pensar y
actuar como seres racionales, como seres humanos.
Publicado en el Diario La Prensa y en Radio Corporación