Las personas honestas son tarde o temprano reconocidas y se les abren muchas oportunidades. Los deshonestos al final lo pagan muy caro, y cuando no sucede en esta vida, tengamos por seguro que sucederá en la otra.
Adolfo Miranda Sáenz
Entre las muchas virtudes humanas
que toda persona debería tener, la honestidad es una de las que más cuesta
encontrar, aunque es una de las más necesarias para vivir en una sociedad sana.
No sólo es un valor que debamos practicar sino también es un valor que debemos
exigir de los demás. Es un valor moral positivo vinculado a la verdad, a la
transparencia y a la honradez; es lo contrario a la mentira, la falsedad, la
hipocresía y la corrupción. La falta de honestidad o actuar deshonestamente
atenta contra los principios morales de la justicia y de la caridad, o sea, del
amor.
Ser honesto es tener una actitud
acorde con la verdad, la transparencia y la honradez en nuestro trabajo,
comunidad, familia, compañeros, superiores, subordinados, amigos, vecinos y
todas las personas con las cuales nos relacionamos de una u otra forma. La
honestidad es la base para otros valores que se desprenden del ser honestos,
por ejemplo, ser leal, saber actuar razonablemente, emitir juicios justos y
respetar los bienes ajenos. El ser
honesto supone no tener contradicciones entre lo que se piensa y se siente con
lo que realmente hacemos y decimos.
Una de las cualidades que más
buscamos y exigimos de las personas es la honestidad, pues es indispensable
para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de confianza y
armonía. Reconocer la honestidad en una persona nos da la confianza de obtener
de ella lealtad, respaldo, seguridad y credibilidad. Es uno de los valores de
mayor importancia en la personalidad de un individuo porque además de convertirlo
en una persona en quien podemos confiar, la persona honesta es más saludable
mental y físicamente al vivir armónicamente con su propio entorno y con el de
los demás.
Todos los principios y valores que
deseamos encontrar en los demás y exigimos de otras personas, incluyendo la
honestidad, debemos vivirlos cada uno personalmente primero. Por eso debemos
empezar por preguntarnos a nosotros mismos: ¿Soy una persona honesta? ¿Vivo conforme
los principios y valores que una persona honesta debe tener y practicar?
La persona que es honesta puede
reconocerse, entre otras cosas por: 1) Ser siempre sincero en su
comportamiento, palabras y afectos. 2) Cumplir con sus compromisos y obligaciones.
3) Reconocer sus limitaciones o imposibilidad de hacer o cumplir con algo
cuando en realidad así sea. 4) Aceptar sus defectos y errores, y esforzarse por
superarlos. 5) Evitar la murmuración y la crítica destructiva que afectan
negativamente a los demás. 6) Guardar discreción y seriedad ante las
confidencias personales y secretos profesionales. 7) Respetar absolutamente las
cosas ajenas.
Cuando alguien miente o engaña,
su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que
los demás perciben porque es difícil de ocultar. Las personas deshonestas se
pueden reconocer fácilmente porque acostumbran engañar a los otros para
conseguir de manera abusiva un beneficio. Es muy probable que alguien logre
engañar las primeras veces, pero al ser descubierto —y lo será tarde o
temprano— será evitado por los demás o tratado con precaución y desconfianza.
No faltan los obstáculos para la
honestidad. Uno es la impunidad, que permite que se puedan violar las leyes y principios
sin que ocurra nada. También el éxito de los "vivianes", que hacen
parecer ingenuas a las personas honradas que trabajan más y consiguen menos que
los tramposos. Otro es la falta de estímulos y reconocimiento para quienes
cumplen su deber y mantienen sus principios y valores a pesar de las
dificultades.
Sin embargo, los deshonestos al final pagan muy
cara la deshonestidad en esta vida de muchas diferentes maneras —no siempre evidentes—
y cuando —excepcionalmente— no sucede en esta vida, tengamos por seguro que sucederá en la otra. Las personas honestas son tarde o temprano reconocidas y se
les abren muchas puertas y oportunidades para el éxito.
Publicado en el Diario La Prensa y transmitido en Radio Corporación