La palabra "infierno" crea confusión porque en la Biblia hay dos palabras hebreas que significan cosas diferentes y ambas se tradujeron como "infierno", y salvación y condenación se describen en la Biblia como "vida eterna" y "muerte eterna".
Adolfo Miranda Sáenz
Está claro que Sheol y Gehenna significan cosas diferentes y ambas se tradujeron al latín y luego al español como Infierno. La enseñanza de la Biblia es que toda persona al morir va al lugar donde están los muertos: al Sheol (Infierno); o sea, el cuerpo al sepulcro y el espíritu a donde tendrá su juicio. Si merece la salvación, en el juicio recibirá "la vida eterna", y si no, recibirá "la muerte eterna", ejemplificada por Jesús como ir al "basurero": al Gehenna (Infierno) donde se quema la basura.
El Credo de los Apóstoles (aunque
no hay evidencia de que sea escrito directamente por los apóstoles, está
fundamentado en las enseñanzas de estos y de la primera generación de
discípulos que los siguieron) dice textualmente que Jesús "descendió a los
infiernos", refiriéndose a la
presencia del espíritu de Jesús, ya separado del cuerpo por la muerte, entre “los
espíritus de los muertos”, o sea en el “sheol” o “hades”.
El Cuarto Concilio de Letrán, en
1215, definió como Doctrina de Fe que Jesucristo después de su muerte y antes
de su resurrección fue donde los espíritus de la multitud de justos que
esperaban la salvación por su redención, como San José, los patriarcas y los
profetas, y todos aquellos que murieron en paz con Dios. Todos esperaban la redención
de Cristo para entrar al Reino de los Cielos.
Santo Tomas de Aquino enseña que
el propósito de Cristo en los infiernos fue liberar a los justos aplicándoles
los frutos de la Redención (Suma Teológica III,52,5). El Catecismo de la
Iglesia Católica se refiere a esta doctrina en los numerales 633-637. Los
hebreos expresaban que los justos que habían muerto estaban “en el seno de
Abrahán” y a eso se refirió Jesús en la parábola del pobre Lázaro (Lucas
16.22-26).
También la fe cristiana enseña
(como lo enseñó Jesucristo en los textos arriba citados) que existe un
“infierno” en el sentido de muerte eterna, condenación eterna, o “Gehenna”
(Catecismo de la Iglesia Católica 1033-1037).
El Papa Juan Pablo II en su Catequesis del 28 de Julio de 1999 expresó:
“El infierno, más que un “lugar”, indica la “situación” en que llega a
encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y
alegría. ... La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es
dado conocer, sin especial revelación divina, si los seres humanos, y cuáles,
han quedado implicados efectivamente en ella.”
Juan Pablo II aclaró que no es un
lugar sino una situación, un estado; lo cual Benedicto XVI ha reafirmado,
recordándonos que es una realidad la posibilidad de que, por su propia
elección, seres humanos estén eternamente separados de Dios, lo cual significa
excluirse del gozo eterno al cual todos estamos llamados.
En una entrevista periodística en 2018 el papa
Francisco, sin pretender establecer una doctrina oficial, expresó su concepto
teológico personal de que el infierno es la muerte eterna al separarse de Dios
para siempre y dejar de existir. Como fuese, los tres últimos papas coinciden
en que no existe un lugar de tortura eterna con un fuego literal.
Publicado por el diario La Prensa y transmitido por Radio Corporación (Managua)