20220329

Importantes cambios en el gobierno de la Iglesia

Laicos y laicas podrán tener cargos de gobierno en la Curia Romana. Francisco, el "Papa de la Primavera", ha decidido romper con una tradición humana —no bíblica ni apostólica— heredada de la Edad Media, el “clericalismo”.

Adolfo Miranda Sáenz


La Iglesia Católica (católico = universal) fundada por Jesucristo nunca cambia en lo fundamental, pero sí en aspectos no fundamentales según las necesidades y los tiempos. Aunque también en lo fundamental siempre puede encontrar nuevas luces y enfoques que toca discernir al Magisterio de la Iglesia (Cf. Catecismo 84-95).
 
A partir de la Edad Media la Iglesia implementó un gobierno muy vertical que enfatizaba la pompa, reverencia y obediencia a las autoridades eclesiásticas más que su vocación de servicio. En el Concilio Vaticano II presidido por los santos Juan XXIII, primero, y Pablo VI, después, se enfatizó en la autoridad como servicio más que como dignidad. El Concilio, reafirmando el Primado de Pedro cuyo sucesor es el Obispo de Roma, y su potestad plena, suprema y universal, retomó el sentido del gobierno colegiado originalmente ejercido por los apóstoles, hoy por sus sucesores, los obispos en comunión con el Papa, reunidos en los concilios y sínodos episcopales.
 
Francisco ha ampliado esa sinodalidad (sínodo = caminar juntos) a todos los católicos incluyendo los laicos, tomando  en cuenta que el Concilio, apegado a la Biblia, declara que todos los bautizados somos "piedras vivas" para "edificación de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo" (1 Pedro 2,5). Por el bautismo todos participamos del sacerdocio de Cristo y de su misión profética, somos "linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su admirable luz" (1 Pedro 2,9) [Cf. Catecismo 1268].
 
Por consiguiente, el Papa de la Primavera, ha decidido romper con una tradición humana —no bíblica ni apostólica— heredada de la Edad Media y llamada “clericalismo”, que, a pesar de contradecir al Concilio y al Catecismo promulgado por San Juan Pablo II, continuaba relegando a los laicos —pueblo santo, sacerdotal y profético— a solo “oír y obedecer”. Los fieles laicos pueden y deben expresar sus opiniones y deben ser escuchados y tomados en cuenta. Pueden ser llamados a servir en sus diócesis integrando los Consejos Económico y de Consultores, y también en sus parroquias integrando los Consejos Pastoral y Económico (Código de Derecho Canónico 212, 492, 512, 536, 537). Francisco ha enfatizado que los laicos deben participar y opinar en los sínodos diocesanos y en sínodos incluso de la Iglesia Universal, como en la consulta “on line” recientemente realizada por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) para ser tomada en cuenta por el Sínodo de Obispos.
 
Recientemente Francisco ha dado otro paso más hacia una Iglesia sinodal, inclusiva, con mayor participación laical, mediante la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium”. Una Constitución Apostólica es la norma legal de más alto nivel decretada por un Papa “ad perpetuam rei memoriam” (para perpetua memoria). En ella hace reformas a la Curia Romana que integra los diferentes órganos de gobierno de la Iglesia. El Papa decretó que: "Todos —y por lo tanto también los fieles laicos y laicas— pueden ser nombrados en funciones de gobierno de la Curia Romana, en virtud del poder vicario del Sucesor de Pedro." … "Todo cristiano, en virtud del bautismo, es discípulo misionero en la medida en que ha encontrado el amor de Dios en Cristo Jesús. No puede ser ignorado en la actualización de la Curia, cuya reforma, por tanto, debe incluir la implicación de laicos y laicas, también en roles de gobierno y responsabilidad.”  
 
Esto no es lo más importante de la reciente reforma a la Curia Romana; ya escribiremos sobre otros aspectos de la misma. Hoy destacamos cómo nuestra Iglesia da más participación a los laicos. Esto de ninguna manera menoscaba la autoridad, dignidad, respeto y obediencia que debemos a nuestros obispos y el respeto y cariño a los diáconos y presbíteros, quienes reciben, además del sacerdocio común de los fieles en el bautismo, el sacramento del orden sacerdotal (cf. Lumen Gentium 18-29). 

Publicado en el Diario La Prensa y transmitido por Radio Corporación (Managua)