Laicos y laicas podrán tener cargos de gobierno en la Curia Romana. Francisco, el "Papa de la Primavera", ha decidido romper con una tradición humana —no bíblica ni apostólica— heredada de la Edad Media, el “clericalismo”.
Adolfo Miranda Sáenz
La Iglesia Católica (católico = universal)
fundada por Jesucristo nunca cambia en lo fundamental, pero sí en aspectos no
fundamentales según las necesidades y los tiempos. Aunque también en lo
fundamental siempre puede encontrar nuevas luces y enfoques que toca discernir
al Magisterio de la Iglesia (Cf. Catecismo 84-95).
A partir de la Edad Media la
Iglesia implementó un gobierno muy vertical que enfatizaba la pompa, reverencia
y obediencia a las autoridades eclesiásticas más que su vocación de servicio. En
el Concilio Vaticano II presidido por los santos Juan XXIII, primero, y Pablo
VI, después, se enfatizó en la autoridad como servicio más que como dignidad. El
Concilio, reafirmando el Primado de Pedro cuyo sucesor es el Obispo de Roma, y
su potestad plena, suprema y universal, retomó el sentido del gobierno
colegiado originalmente ejercido por los apóstoles, hoy por sus sucesores, los obispos
en comunión con el Papa, reunidos en los concilios y sínodos episcopales.
Francisco ha ampliado esa
sinodalidad (sínodo = caminar juntos) a todos los católicos incluyendo los
laicos, tomando en cuenta que el
Concilio, apegado a la Biblia, declara que todos los bautizados somos "piedras
vivas" para "edificación de un edificio espiritual, para un
sacerdocio santo" (1 Pedro 2,5). Por el bautismo todos participamos del
sacerdocio de Cristo y de su misión profética, somos "linaje elegido,
sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de
aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su admirable luz" (1 Pedro
2,9) [Cf. Catecismo 1268].
Por consiguiente, el Papa de la
Primavera, ha decidido romper con una tradición humana —no bíblica ni apostólica—
heredada de la Edad Media y llamada “clericalismo”, que, a pesar de contradecir
al Concilio y al Catecismo promulgado por San Juan Pablo II, continuaba relegando
a los laicos —pueblo santo, sacerdotal y profético— a solo “oír y obedecer”.
Los fieles laicos pueden y deben expresar sus opiniones y deben ser escuchados
y tomados en cuenta. Pueden ser llamados a servir en sus diócesis integrando los
Consejos Económico y de Consultores, y también en sus parroquias integrando los
Consejos Pastoral y Económico (Código de Derecho Canónico 212, 492, 512, 536,
537). Francisco ha enfatizado que los laicos deben participar y opinar en los sínodos
diocesanos y en sínodos incluso de la Iglesia Universal, como en la consulta
“on line” recientemente realizada por el Consejo Episcopal Latinoamericano
(CELAM) para ser tomada en cuenta por el Sínodo de Obispos.
Recientemente Francisco ha dado
otro paso más hacia una Iglesia sinodal, inclusiva, con mayor participación
laical, mediante la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium”. Una
Constitución Apostólica es la norma legal de más alto nivel decretada por un
Papa “ad perpetuam rei memoriam” (para perpetua memoria). En ella hace reformas
a la Curia Romana que integra los diferentes órganos de gobierno de la Iglesia.
El Papa decretó que: "Todos —y por lo tanto también los fieles laicos y
laicas— pueden ser nombrados en funciones de gobierno de la Curia Romana, en
virtud del poder vicario del Sucesor de Pedro." … "Todo cristiano, en
virtud del bautismo, es discípulo misionero en la medida en que ha encontrado
el amor de Dios en Cristo Jesús. No puede ser ignorado en la actualización de
la Curia, cuya reforma, por tanto, debe incluir la implicación de laicos y
laicas, también en roles de gobierno y responsabilidad.”
Esto no es lo más importante de la reciente reforma
a la Curia Romana; ya escribiremos sobre otros aspectos de la misma. Hoy
destacamos cómo nuestra Iglesia da más participación a los laicos. Esto de
ninguna manera menoscaba la autoridad, dignidad, respeto y obediencia que debemos
a nuestros obispos y el respeto y cariño a los diáconos y presbíteros, quienes
reciben, además del sacerdocio común de los fieles en el bautismo, el sacramento
del orden sacerdotal (cf. Lumen Gentium 18-29).
Publicado en el Diario La Prensa y transmitido por Radio Corporación (Managua)