20231011

Aclarando lo que realmente dijo el Papa Francisco

Sobre el Sínodo y el Papa  abundan en los medios y redes las especulaciones, medias verdades, exageraciones y falta de veracidad, quizá por ignorancia o quizá,  por mala fe.

Adolfo Miranda Sáenz


Al iniciar las sesiones del Sínodo se han tergiversado, mal interpretado y comunicado en los medios y redes, de manera confusa, incompleta o exagerada lo que se discute en esta asamblea de obispos, ahora enriquecida con una representación de sacerdotes, religiosos y laicos. Así como se han tergiversado algunos comentarios que ha hecho el Papa Francisco.

Los mismos cinco cardenales que varias veces han cuestionado públicamente al Santo Padre, han publicado sus “dudas” a las que el Papa respondió; pero pocos medios de comunicación y creadores de contenido en redes han publicado completas sus respuestas, causando  confusión. Muchos se sienten "confundidos" por eso, de buena fe; y hay que aclararles.

Estos cinco cardenales —ya todos jubilados— tienen mi respeto, aunque no esté de acuerdo con ellos. Pero ante la sobredimensión que en medios y redes se le ha dado a su influencia y a las especulaciones de un "posible cisma", hay que recordar que la inmensa mayoría de los cardenales y obispos son fieles al Papa y lo apoyan totalmente. 
 
Hay actualmente 242 cardenales de los cuales 106 ya no pueden ser electores en un futuro Cónclave por pasar de los 80 años, según las normas dictadas por Benedicto XVI. Algunos  ya son muy ancianitos.Los electores son ahorita 134 cardenales, de estos 99 fueron creados por el Papa Francisco y 35 por sus últimos dos antecesores. La elección papal requiere dos tercios, que serían los votos de 90 cardenales. La Iglesia está firme y así seguirá.

Este Sínodo empezó hace dos años con procesos de consulta en todo el mundo ya todos los niveles de la Iglesia.Ahora culmina celebrándose en El Vaticano las sesiones finales. Sínodo significa “caminar juntos” y el Papa Francisco ha querido que a nivel universal se discutan las inquietudes y propuestas sobre los temas que han surgido en el seno de la Iglesia. Se celebraron consultas en cada diócesis del mundo, con la participación de los obispos, presbíteros, diáconos, religiosos (monjes y monjas) y laicos varones y mujeres, adultos y jóvenes. 
 
Luego hubo consultas regionales, como la de la Conferencia Episcopal de Latinoamérica y el Caribe (CELAM), con representación de obispos, clero, religiosos y laicos de todos los países, designados por las Conferencias Episcopales entre los participantes de la consulta en cada diócesis; y, además, pudiendo inscribirse y participar  " on line" cualquier otro católico latinoamericano o caribeño (clérigo o seglar) que así lo quisiera.

Estamos ante un proceso de consulta sin precedente en la historia de la Iglesia, donde surgieron los diferentes temas o propuestas de los obispos y del clero, así como de los religiosos y del pueblo católico, sobre una amplia variedad de asuntos. Todos ahora están representados en Roma y tienen derecho a voz y voto, aunque la mayor presencia es —naturalmente— de los obispos por su misión de conducir a la Iglesia como sucesores de los apóstoles. 

Al final, los votos sobre cada tema serán: a) aprobado, b) aprobado con reservas, oc) rechazado. Un tema "aprobado" o "aprobado con reservas" será una “recomendación” del Sínodo de Obispos al principal entre ellos, el Obispo de Roma, el Sucesor de San Pedro, el Papa Francisco, quien en uso de "las llaves" dadas por Jesús a Pedro, tomará la decisión final sobre cada tema.  Por supuesto que el Santo Padre tendrá presente que esa votación es la culminación de un amplio proceso de consulta y goza de un amplio consenso en el mundo católico.

Por supuesto que siempre quedarán algunos inconformes cuado no haya unanimidad. Pero eso es natural que se de; y los inconformes —con santa obediencia eclesiástica— se someterán al consenso mayoritario de las decisiones tomadas bajo la inspiración del Espíritu Santo y en respeto a la autoridad de Pedro —autoridad que hoy tiene el Papa— tal como lo instituyó Jesús.
 
En el documento de trabajo o agenda del Sínodo no existe ninguna propuesta sobre dar validez al llamado “matrimonio gay”. Es absurdo que esto se haya insinuado porque en la Iglesia Católica hay consenso sobre que el matrimonio es únicamente la unión de un hombre y una mujer.
 
Las leyes civiles podrían o no reconocer otro tipo de uniones, como se reconocen legalmente diferentes sociedades civiles, comerciales o asociaciones sin fines de lucro, o personas que legalmente ponen sus bienes en común. Pero el “matrimonio gay” no está en la agenda de la Iglesia Católica.

Bendecir a una pareja gay no es bendecir el “matrimonio gay”. Se bendice a las personas, no su unión marital. Una "bendición" no es un “sacramento” ni una “absolución”. Un sacerdote al bendecir a una persona o a un conjunto de personas, pide a Dios su amor y su misericordia para esa o esas personas, estén en la condición que sea. Se bendicen objetos, edificios, cosechas... Los padres bendicen a sus hijos...  Y no solamente se bendice a las personas "santas" sino a toda persona. Porque Dios no niega su amor ni su misericordia a nadie.

Tanto sobre los gays como sobre los divorciados y vueltos a casar, o sobre las personas en diferentes situaciones irregulares, el Papa Francisco nos recuerda que en una situación, acción u omisión en materia grave de pecado, "la culpa" de la persona puede  ser grave o puede no ser grave, o incluso puede no tener culpa alguna. 

Al respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica (preparado bajo la dirección del entonces cardenal Ratzinger y aprobado por San Juan Pablo II) dice que "la culpa" del pecado puede quedar "disminuida o suprimida" por diferentes causas, como el desconocimiento, la violencia, el temor, los hábitos adquiridos, los afectos y otros factores sicológicos o sociales. (cf. Catecismo n. 1735).  

Por eso no se puede ni se debe juzgar a ninguna persona sin conocer su situación concreta y particular. Debemos actuar siempre como lo hizo Jesús, no como guardianes implacables o jueces del prójimo, sino con amor y misericordia.
 
Actuando como Jesús la Iglesia debe acoger con misericordia y amor a todos, porque la Iglesia no está solo para los sanos sino también —y sobre todo— para los enfermos. No solo para los santos sino también —y sobre todo— para los pecadores. Como dijo Jesús:  “Vayan y aprendan lo que significa: 'misericordia quiero y no sacrificios'; porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.” (cf. Mateo 9,12-14).

Sobre el sacerdocio ministerial no está tampoco en agenda que todos los sacerdotes puedan casarse, como algunos erradamente han divulgado. Lo que se discutirá es si “en algunos casos especiales” (como el de La Amazonia) se puedan ordenar sacerdotes casados, como hay desde hace décadas y casi en todas partes, con raras excepciones, diáconos casados. Y también se analizará si se ordenan diaconisas, como las hubo en un principio, tal como fue Santa Febe, diaconisa mencionada por San Pablo en su carta a los Romanos y  celebrado su día en "El Santoral" de la Iglesia Católica cada 3 de septiembre. (cf. Romanos 16.1-2).

El Santo Padre ha insistido en la necesidad de actualizar la Iglesia según las necesidades de los tiempos, sin cambiar en lo fundamental, pues como dijo el cardenal Joseph Ratzinger (después electo como Benedicto XVI) en el libro “La Sal de la Tierra”, incluso “los dogmas de fe” pueden verse desde nuevas perspectivas sin negar su esencia.