Ciertamente nos toca pasar por situaciones estresantes e inciertas, pero, ¡nada es para siempre!
Adolfo Miranda Sáenz
A veces sentimos que todo nos sale mal y vemos
nuestro presente y futuro oscuro. Muchos se sientes tristes, enojados,
deprimidos o atemorizadas, sin encontrar motivos para tener la mínima felicidad
que todo ser humano necesita para continuar viviendo sin perder la ilusión y la
alegría de vivir. Pero, no debemos condenarnos a vivir sin felicidad, aún en las
situaciones más adversas, sin por eso ignorar lo negativo ni dejar de ver la
realidad e interesarnos por ella.
La felicidad surge del bienestar experimentado en
nuestros pensamientos y sentimientos. El bienestar es la satisfacción que obtenemos
en varias áreas de nuestras vidas, como amor, afecto, salud, diversión, seguridad,
libertad, tranquilidad, paz, etc. Cuando no tenemos una o varias de estas
cosas, el bienestar es sustituido por la tristeza, el temor, el enojo o el sufrimiento. Numerosos
sicólogos afirman que podríamos mejorar nuestras vidas considerablemente si enfrentamos
esas situaciones con una actitud positiva. Las causas de nuestro estado
emocional no siempre podemos cambiarlas, pero si tenemos una actitud positiva manejaremos
mejor nuestra realidad para superar las tormentas sin dejarnos arrastrar por
ellas.
En primer lugar debemos estar conscientes de que a veces nuestros cerebros están saturados y aturdidos por la avalancha de información negativa que nos inunda de mil maneras (especialmente por las redes sociales) al punto de no poder ver nada positivo. Debemos dejar de enfocarnos solo en los males que nos afligen (sean noticias falsas, noticias alarmantes y exageradas o noticias verdaderas). Ciertamente nos toca pasar por situaciones estresantes e inciertas, pero, ¡nada es para siempre! No debemos enfocarnos solo en el momento negativo. Nuestra mente puede encontrar otras realidades que existen y a veces no vemos o no valoramos. Disfrutar de tantos bienes maravillosos, como la vida misma, la salud, la familia, la gente que nos quiere, algún tipo de ingresos, los momentos de alegría celebrados entre familiares y amigos, disfrutar de la bella naturaleza que nos rodea, o de cosas sencillas como escuchar nuestra música favorita. Unos tendrán menos y otros más, pero todos tenemos cosas que nos pueden dar felicidad. Sin por eso aislarnos ni ignorar las adversidades que sucedan ni ser insensibles al sufrimiento.
Sufrir, experimentar penas, tragedias, duelo… ¡Todo
eso es parte de la vida! En el mundo hay una lucha permanente entre la bondad y
la maldad, el amor y el odio, la luz y las tinieblas, la vida y la muerte. Nosotros
transitamos por este mundo en medio de esa lucha y sufrimos sus consecuencias,
a veces muy dolorosas. Pero, centrar nuestra mente solo en lo malo y ver todo
negativamente, renunciando al optimismo, resulta autodestructivo. Hay belleza y
bondad en este mundo; en esta vida que es bella a pesar del sufrimiento por
causas naturales o causado por la maldad humana.
Tratar de ver todo con objetividad, sin minimizarlo ni sobredimensionarlo, nos ayuda a ser positivos y facilita el proceso de toma de decisiones. Así podemos procesar las adversidades de tal manera que generemos alternativas y podamos manejar cualquier situación negativa sin que nos derrumbemos sicológicamente. El optimismo nos da paciencia y perseverancia. Quien no deja que el pesimismo lo domine puede ver la luz al final del túnel, y así actuar con serenidad y sensatez.
Los cristianos tenemos la gracia de la fe y la
esperanza en Dios. En la oración nos gozamos y fortalecemos con la certeza de
que ningún mal durará para siempre. Pero no le pongamos a Dios condiciones ni
plazos. Dios es Dios, y Él tiene su tiempo, sus caminos y sus designios que no siempre
podemos conocer ni comprender. “Así dice el Señor: En el tiempo apropiado te respondí,
y en el día de salvación te ayudé” (Is 49,8a). ¡Nos toca confiar! Jesucristo ha
afirmado: “En el mundo tendrán aflicciones, pero no teman, yo he vencido al
mundo” (Jn 16,33).
En primer lugar debemos estar conscientes de que a veces nuestros cerebros están saturados y aturdidos por la avalancha de información negativa que nos inunda de mil maneras (especialmente por las redes sociales) al punto de no poder ver nada positivo. Debemos dejar de enfocarnos solo en los males que nos afligen (sean noticias falsas, noticias alarmantes y exageradas o noticias verdaderas). Ciertamente nos toca pasar por situaciones estresantes e inciertas, pero, ¡nada es para siempre! No debemos enfocarnos solo en el momento negativo. Nuestra mente puede encontrar otras realidades que existen y a veces no vemos o no valoramos. Disfrutar de tantos bienes maravillosos, como la vida misma, la salud, la familia, la gente que nos quiere, algún tipo de ingresos, los momentos de alegría celebrados entre familiares y amigos, disfrutar de la bella naturaleza que nos rodea, o de cosas sencillas como escuchar nuestra música favorita. Unos tendrán menos y otros más, pero todos tenemos cosas que nos pueden dar felicidad. Sin por eso aislarnos ni ignorar las adversidades que sucedan ni ser insensibles al sufrimiento.
Tratar de ver todo con objetividad, sin minimizarlo ni sobredimensionarlo, nos ayuda a ser positivos y facilita el proceso de toma de decisiones. Así podemos procesar las adversidades de tal manera que generemos alternativas y podamos manejar cualquier situación negativa sin que nos derrumbemos sicológicamente. El optimismo nos da paciencia y perseverancia. Quien no deja que el pesimismo lo domine puede ver la luz al final del túnel, y así actuar con serenidad y sensatez.